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—Me llamabas,padre—la tosca voz de Adrien hizo que el hombre girara a enfrentarlo

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—Me llamabas,padre—la tosca voz de Adrien hizo que el hombre girara a enfrentarlo.

—Hola hijo, toma asiento por favor.— El hombre mayor señaló al asiento que está frente a su escritorio. El hijo accedió al pedido de su progenitor.

Adrien ni siquiera miraba a su padre con otra emoción que no fuera: aburrimiento.
Atrás había quedado hace mucho tiempo aquél niño que sólo quería el amor y la atención de su padre.

Pero Gabriel ni siquiera se había dado cuenta.

Hasta ese momento.

—Mejor que sea algo importante, tengo cosas por hacer. —Habló cortante el joven rubio.

Gabriel se sorprendió un poco por la manera en la que su hijo lo trataba, pero el hombre no estaba dispuesto a que Adrien arruinara sus planes.

—No vuelvas a hablarme de ese modo. ¿Entendiste? — probó aquél viejo truco de usar ese tono hostil, y cuando Adrien todavía era un pre-adolescente funcionaba muy bien.

Pero Adrien sólo jugó y lo miró con una sonrisa sarcástica. Pero ya no dijo nada más.

Bien. Pensó el diseñador.

—Está bien, te he convocado aquí para hablar de la señorita Dupain-Cheng. ¿Usted la recuerda?— murmuró el hombre, analizando la reacción de su hijo.

Pudo notar con satisfacción que eso parecía haber movido algo dentro del joven.

—Sí— fué lo único que murmuró el rubio, y bajó la vista, como si estuviera avergonzado.

Pero había algo en Adrien que no pudo pasar desapercibido para Gabriel Agreste. Y eso era la gran tristeza que causó en Adrien el perder a Marinette.

—Es eso de lo que quería hablarte...

—¡Oh! No me digas, me vas a pedir que dé una declaración de prensa en su contra.
No,no... ¡Ya sé! Me vas a decir que mienta sobre haber tenido una "relación" con ella— el sarcasmo en la voz del joven no podía pasar desapercibido, Gabriel sólo tosió e intentó tomar riendas de la situación. Como lo hacía en el pasado.

—No es nada de eso, no seas impertinente y deja terminar mis palabras. Quiero saber una cosa... ¿Volviste a hablar con ella alguna vez?— el hombre analizó a su hijo con seriedad, buscando cualquier señal de mentira.

—¿Crees que ella querría hablar conmigo? Qué dulce de tu parte. —escupió Adrien. —Ella no ha vuelto a acercarse a mí, tal como lo pediste. ¿Contento?

Y es que la rabia de Adrien parecía tan grande. Y sus ojos verdes que antes eran brillantes, ahora estaban de un color tan metálico y casi sin vida.
El pobre chico desbordaba rabia.

Gabriel estaba un poco sorprendido, pero no lo demostró, sólo tosió un poco y prosiguió a seguir dictando su propuesta.

—Ya no tienes prohibido hablar con ella, es más... Estoy interesado en hacer una colaboración con ella. —admitió Gabriel, con un poco de timidez.

Eso sólo pareció encender otra cosa en Adrien, porque el chico lo miró como si hubiera contado el mejor chiste del planeta.

—Por favor,padre... ¿Crees que ella querría hacer una colaboración contigo luego de que arruinaste su vida? Muy humilde de tu parte. — El rubio sonrió perversamente mientras seguía hablando. —Ella es la diseñadora #1 actualmente, no sólo de París,sino del mundo. Nosotros ya no aparecemos en su radar. Ella es rica y solicitada, ¿por qué accedería a reunirse con nosotros? —Él pausó sólo para mirar a su padre directamente a los ojos,con su gélida mirada.— Aceptalo, ella te ganó y en una guerra que tú mismo inventaste.

Gabriel estaba en estado de shock ante la brutalidad y el rencor detrás de las palabras de su propio hijo. Y es que por primera vez cayó en cuenta en cuánto afectó verdaderamente a su hijo.
Enmascaró sus emociones, y prosiguió a usar la "técnica maestra" que siempre funcionaba para manipular a su hijo.

—Vas a acercarte a ella, y a conseguir que "vuelvan a ser amigos" y es una orden. —Gabriel Enmascaró su desesperación con seriedad, pero su hijo ni se inmutó.

—Nop, no voy a hacer nada... Te recuerdo que la semana que viene cumplo con la finalización del contrato que tengo contigo. Y ya no tengo por qué hacer nada de lo que me digas— habló despreocupadamente. —Y además, sabes que todo esto que te pasa es resultado de tus acciones ¿no es así? —se burló Adrien.

—Adrien, estoy muy decepcionado de tí— murmuró en un desesperado intento de hacerlo "entrar en razón"

—Lo sé, me lo has dicho toda mi vida.
Pero espero que te quede claro una cosa, no necesito de tí. Ni de tu tonta aprobación. — murmuró él, y con una sonrisa, se retiró sin despedirse de su propio padre.

Nathalie entró unos momentos después, algo preocupada por Gabriel.

El hombre quedó estático.

Por segunda vez en el día, cayó en cuenta de sus acciones.

Por segunda vez en el día, cayó en cuenta de sus acciones

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M.D.C la tendencia en ParísWhere stories live. Discover now