Capítulo 28

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Iria

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Iria

El primer round fue de lo más tranquilo; ninguno de los dos parecía querer adelantarse al otro, no parecían dispuestos a subestimar a su contrincante. Lucas, con el cabello enmarañado, la maya negra, a juego con sus guantes, y la mandíbula apretada, parecía estar en otro lugar, en otro planeta, más bien. Su mirada perdida dejaba claro que no estaba concentrado al cien por cien, y ese era precisamente el momento para estarlo.

Ese era el combate más importante de su vida, el que realmente decidiría su futuro. De allí podía salir de dos maneras: victorioso o en una caja de madera. No podía permitir que eso pasase, no asumía la posibilidad de que Lucas pudiese irse de mi vida dejando las cosas como estaban. No podía irse después de haber peleado, de haberme humillado y de partirme el corazón, no iba a dejar que se fuese de rositas.

Sinceramente, la principal razón por la que no quería que se fuera era porque le amaba más que a mí misma. No me había dado cuenta de hasta qué punto necesitaba protegerle, de cuánto necesitaba estar con él, de cuánto ansiaba sus besos, sus abrazos y sus caricias. Y, por supuesto, que sabía que depender de un hombre hasta tal extremo era malo, que yo debía mantener una independencia hasta cierto punto, pero joder, Lucas O'Dell era capaz de transformar todo Infierno en Cielo.

Verle en ese estado, demacrado, perdido, débil, despertó en mí un haz de luz que iluminó mi mente: Lucas había provocado a Frank en un intento de sacarle de sus casillas y saltarse las reglas de las bandas, consiguiendo así el apoyo necesario para acabar con él de raíz, pero no podía saber que el muy patán estaría relacionado con el incendio del café de María y con mi propio secuestro. Sabía que la pérdida del local en el que pasó toda su infancia había sido muy dolorosa para él, pues no hay nadie que le importe más en este mundo que su madre, y le partió el corazón verla llorar, estando rota y triste. Sabía que había bebido para soportar la culpabilidad que sentía, y que desgraciadamente yo encendí la chispa de la pelea que acabó por sacarme de su casa y me llevó hasta ahí.

Por supuesto que teníamos que hablar de su comportamiento explosivo y su desconfianza en mí, pero lo haríamos cuando pudiéramos salir juntos de ese condenado parque de atracciones.

Julen parecía concentrado en la pelea, pero no apartaba el arma de mi cuerpo. Eso me obligó a centrarme un poco en los golpes que estaba recibiendo Lucas desde hacía un rato. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que habíamos llegado al tercer round y que un hilillo de sangre corría por la cara de Lucas, desde su ceja hasta su labio inferior, que en ese momento no tenía su característico arito de plata.

Dylan le gritaba una y otra vez que bloqueara los golpes, que se activase, que se moviera, pero Lucas parecía ausente. Sus ojos azules estaban perdidos en alguna parte, en algún sitio... cercano a mí. ¿Sería posible que...? Pronto me di cuenta de que me estaba mirando a mí. Nuestras miradas al fin habían conectado. Sabía que, si hablaba, Julen me oiría y me dispararía, por lo que tan solo moví los labios en su dirección.

INFIERNO (Disponible en físico) ©Where stories live. Discover now