𝚃𝚛𝚎𝚜

3K 329 183
                                    

Emilio se encontraba sentado en el sillón de la enfermería mirando a la cama frente a él. Joaquin dormía tranquilamente, su pecho subía y bajaba con parsimonia. Se veía tan tranquilo, tan indefenso. 

Las mantas que se posaban en su cuerpo, lo mantenían en todo momento alejado del frío y manteniendo su temperatura corporal en orden. 

Suspiró y dejó caer su cabeza hacia atrás. 

Los recuerdos de hace unas horas lo atormentaban, haciéndole sentir aún peor de lo que estaba.  Había llegado tarde.

Tarde para impedir que ese idiota tocara a su niño. Había llegado tarde y Joaquin había sufrido las consecuencias. 

Quería golpearse y enterrarse vivo. Era su culpa. Se preguntaba qué hubiese pasado si no se hubiera cansado de esperar por el menor y así, salir buscarlo.  Un quejido irrumpió sus pensamientos y se maldijo al darse cuenta que no había estado prestando atención a su entorno, ni mucho menos cuando el menor despertó. 

—Mmm ¿Emi? -preguntó débilmente, aún con los ojos cerrados.  El mencionado se puso de pie de inmediato y se acercó a grandes zancadas a la cama. 

—¿Amor? -Se sentó a un lado con cuidado- Joaquin, ¿estás bien, bebé? -colocó sus manos sobre las mejillas del pelinegro y las acarició suavemente, dibujando circulos imaginarios en ellas. 

—Mmm, y-yo.. sí.. -Abrió los ojos con lentitud- ¿Qué me... ¡Auch! -se quejó cuando intentó sentarse. 

—¡Hey! ¡Cuidado! -le regañó -Trata de no moverte ¿sí? -le ayudó para completar su acción. 

—¿Qué? ¿Qué pasó? Y-yo..- 

—No hables si te duele, n-no..- 

—Está bien. -aclaró- Estoy bien, sólo.. sólo dime cómo llegué aquí -el mayor abrió la boca para contestar, pero fue interrumpido de nueva cuenta- Recuerdo que estaba... y-yo estaba defendiendo al.. al chico y.. -de repente se acordó de ese pequeño detalle- ¡El chico! ¿Dónde está el chico? -recorrió su vista con desespero por toda la habitación. 

—¡Tranquilo!... él está bien -sostuvo su mentón para conectar el contacto visual. Pudo ver el miedo del menor reflejado en sus ojos.- Importas tú ahora. 

—T-también recuerdo que él y yo forcejeamos p-porque é-el...-se pausó un momento y soltó un sollozo.  Como si no fuera suficiente, el recuerdo de lo que Roger quería hacer con él regresó a su mente como pequeños flashbacks. 

Recordaba la impotencia, el miedo y la desesperación que sintió en ese momento. Santo Dios, fue el peor momento de su vida.  De nueva cuenta se encontraba llorando y murmurando cosas inaudibles. Sintió unas cálidas manos sobre sus mejillas apartando todo rastro de sus lágrimas.  Pero aún así, siguió. 

—É-el me estaba sosteniendo y luego m-metió sus manos en mi ropa, sentía su boca en mi cuello y..-sollozó- no podía hacer nada, Emi... él me iba a-  Esta vez fue interrumpido por unos cálidos brazos alrededor de su cuerpo. Éstos expresaban apoyo y cariño, todo lo que él necesitaba en ese momento. También pudo sentir su bata de enfermería mojarse.  ¿Emilio estaba llorando por él? 

—Basta, no digas más. -enterró su rostro en el cuello del menor y suspiró llevando las manos hacia su espalda para brindarle pequeñas caricias de reconforte. 

—Fue terrible, t-tenía tanto miedo, Emi.. -continuó torturándose mientras se separaba. 

—Lo sé, pero ese imbécil ya no está aquí, bebé.. ya no pienses más en él, ¿sí? -el menor asintió- estoy aquí contigo ahora, sólo.. -hizo una breve pausa- perdóname -lamentó- perdón por no llegar antes y poder salvarte de los golpes, y-yo.. debí.. debí haber- 

¡Joaquin, sal conmigo!Onde histórias criam vida. Descubra agora