𝙀𝙭𝙩𝙧𝙖

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—Joaquin, ¿Qué ocurre, hijo mío? 

Un solitario Joaquin se encontraba tirado en el sofá de la sala. A pesar de que su cuerpo dolía por la posición, a él realmente no le importaba mucho en ese momento. 

—No me pasa nada, má. -puchereó colocando una almohada sobre su cabeza, buscando desaparecer. 

—Hey.. -Eli se arrodilló frente al sofá donde su hijo se encontraba. Trató de quitarle la almohada de encima, pero Joaquin simplemente se negaba a dar la cara.-Aish, dime qué ocurre, bebé -Acarició suavemente la espalda contraria. 

Joaquin dudó en decirle, pero pensó que si se lo guardaba por más tiempo, las cosas se agrandarían y se sentiría peor, por lo que optó por contarle las inquietudes que tenía. 

Se reincorporó y miró las manos en su regazo, jugando con ellas nerviosamente.

- Mmm, yo miré a Emilio hablando c-con... -hizo una pausa y suspiró- Roger. 

—Oh.. -Eli claro que estaba al tanto de la situación que se vivió con ese chico, fue consciente del daño tanto físico, como emocional que le causó a su hijo; y ahora, que su yerno estuviera hablando con ese abusivo, era algo muy fuera de lugar. -¿Y eso? 

—No lo sé, y-yo.. Mm, estaba caminando hacia mi salón y los vi charlando dentro de un aula vacía, quise escuchar lo que decían pero justo en ese momento las personas comenzaron a ingresar a ese salón y ya no pude hacer nada. -su voz se escuchaba decaída. ¿Emilio ya era amigo de Roger otra vez? ¿Tan rápido se olvidó de lo que le había hecho? 

—Joaco -la delicada mano de su madre tomó su mentón, levantándolo con suavidad para que sus ojos la mirasen -¿Le preguntaste a Emilio qué fue lo que pasó ahí? Digo, no tienes que malinterpretarlo si no sabes lo que verdaderamente ocurrió, cariño. No te sientas mal por eso y habla con él, ¿sí? La comunicación siempre es el punto clave del funcionamiento en una relación. 

Joaquin asintió comprendiendo todo lo que su madre le decía.  Eli creyendo que había hecho un buen trabajo, se levantó justo cuando sus piernas se estaban adormeciendo y se dirigió hacia la cocina a preparar la comida para la cena. 

Estaba a punto se sacar los ingredientes para una excelente comida hecha en casa, pero cuando casualmente vagó la mirada hacia su hijo, se dio cuenta que este se había acurrucado nuevamente en el sofá y ahora lágrimas silenciosas recorrían sus mejillas.  Preocupada, dejó todo sobre la mesa y fue donde estaba su hijo otra vez. - ¡Joaquin! ¡Hijito, no llores! Te he dicho que todo estará bien con Emilio -limpió con sus pulgares las amargas lágrimas que caían de los cristalinos ojos del menor. 

—Lo sé, mamá -Pero no paraba de llorar. 

—Aguarda, esto no es por Emilio, ¿cierto? -cuando el menor guardó silencio, supo que había dado justo al clavo- ¿Qué pasa?, sabes que puedes confiar en mí. 

—Mmm, b-bueno.. ¿Tú dijiste que papá vendría mañana, cierto? -preguntó nervioso. 

—Sí, Joaquin, por eso te dije que deberías regresar temprano a casa mañana. 

—Pero ¡mamá! Tú sabes que él y yo no nos llevamos, él no me acepta como soy y aún así permites que venga aquí en la casa? -exasperó. 

Eli cambió notablemente su semblante a uno más serio-Joaquin, ya hemos hablado de esto, tu papá ha cambiado, sabes que las cosas ya no serán como antes, mientras más rápido lo aceptes, será mejor para tí. 

—¿Las cosas ya no serán como antes? Acaso tú y él... -Joaquin se tapó la boca con ambas manos -¡No! No puedes volver con él, ¡no me hagas esto! 

¡Joaquin, sal conmigo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora