Cuando su turno por fin término, Scott se puso un poco más nervioso de lo que ya estaba, porque eso significaba que ese problema que rondaba por su mente ya sería inevitable de evadir y tendría que enfrentarlo como el hombre que era... Aunque sinceramente Scott no deseaba hablar nada de eso, sin embargo, ahora que ya se había quedado de ver en casa de Stiles, no podía dejarlo plantado sin tener una excusa lo suficientemente creíble para que su amigo no sospechará que algo malo pasaba.
Cerro las jaulas de todos los animalitos e hizo un chequeo general y minucioso de todos ellos antes de sacarse la bata para dejarlo en el perchero de la oficina de su jefe. Se hizo tonto mientras barría la estancia y todavía se tardo mucho para cerrar por fin el local, revelando así que estaba atemorizado... De todos modos ¿qué le iba a decir a Stiles? ¿y si eso arruinaba la relación de amistad que tenía con su mejor amigo de la infancia? Scott ni siquiera podía imaginar que todos los años que vivieron juntos se vieran destrozados por un acto banal... pero tampoco sabía como vivirían con ese recuerdo...
Soltó un largo suspiro mientras cogía su bicicleta de la entrada y se fue pedaleando hacia la casa de Stiles con el corazón alocado, por supuesto, no lo hizo rápido, era preferible afrontar las cosas de manera lenta cuando se genera ansiedad ¿no? O por lo menos, siempre lo eran cuando los sentimientos de otros podrían ser lastimados, sin embargo, cuando ya estaba a dos semáforos de llegar Scott se dio cuenta que no importaba el tiempo que decidiera tomarse para enfrentar la situación porque era algo inevitable lo que iba a ocurrir una vez que siguiera su camino haciendo que Scott notará que jamás en su vida había sentido tantas ganas de no ir a ver o hablar con Stiles por miedo a confrontarlo... huir también era una opción, ¿verdad?
Pronto y sin darse cuenta, Scott ya estaba enfrente de la casa de su amigo mirando la fachada como lo haría alguien que estaba a punto de cometer un delito, cautelosamente, con el corazón hecho un embrollo y la respiración pesada... El coche patrulla del Sheriff estaba estacionado en la entrada justo al lado del jeep de Stiles y eso provoco que el sudor de sus manos se volviera más notorio alrededor de los frenos de su bicicleta. Si el sheriff estaba ahí, ¿qué podría ocurrir? Lo único en lo que podía pensar en esos momentos Scott eran cosas trágicas y exageradas que le causaban ansiedad y aumentaban sus razones por permanecer en silencio donde estaba.
Estuvo ahí unos segundos mirando a la nada, pensando en todas sus posibilidades y batallando consigo mismo por si entre o ir a darse una larga vuelta, pero para su gran suerte, antes de decidir nada la puerta se abrió y de su interior salieron el Sheriff y el mismísimo Stiles.
—Hey Scott —saludo el Sheriff con una sonrisa portando su uniforme con orgullo mientras caminaba hasta la patrulla seguramente iba al turno de noche y Stiles, como era costumbre, lo acompañaba hasta la salida. Scott sonrió de medio lado, pero no se sintió sincero consigo mismo al hacer eso.
—Buenas noches, señor Stilinski —contestó mandando a la mierda, soltando los frenos que de alguna forma le habían brindado estabilidad y bajándose de la bicicleta frunciendo ligeramente el entrecejo. Si el sheriff hubiera tardado solo dos minutos más, tal vez Scott podría haberse rendido ante esa falsa idea de que él era un "hombre" que podía afrontar esa situación y habría huido a su casa fingiendo que había terminado su trabajo muy cansado para no darle más explicaciones a Stiles... o hubiera tenido el tiempo suficiente idean un discurso... Scott odiaba al señor Stilinski.
—¿Vienes a quedarte a dormir? —pregunto el hombre regresándolo a la realidad de su miserable vida.
—No, vino a hablar conmigo —contestó Stiles acomodándole la placa a su padre. A veces Stiles actuaba así, como si fuera responsable de que el traje de sheriff hiciera resaltar la importancia del puesto de su padre, como si nadie supiera ya que Noah Stilinski era eso, el sheriff de Beacon Hills—. Ahora vete que se te hace tarde.
