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capítulo cero!117 millones

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capítulo cero!
117 millones


Me desperté con el sonido insistente de mi teléfono vibrando en la mesita de noche. Con un suspiro, alcancé el dispositivo y vi el nombre de Stiles parpadeando en la pantalla. Veinticinco llamadas perdidas. Parecía algo urgente.

Con un ligero sentimiento de culpa por haber ignorado tantas llamadas, respondí a la siguiente, preparándome para escuchar una retahíla de quejas por haber demorado en contestar, pero antes de que pudiera decir una palabra, Stiles me interrumpió.

―Mar, necesito que vengas ya mismo a la veterinaria, te espero afuera.

No hubo tiempo para preguntarle cómo les había ido en México o qué demonios estaban haciendo en la veterinaria. Simplemente me vi arrastrada de mi cómoda cama hacia un nuevo lío de la manada.

Con un suspiro resignado, me vestí rápidamente y salí de casa, emprendiendo camino hacia el lugar acordado.

―Tengo clase de química avanzada mañana temprano, así que espero que tengas una buena excusa para hacerme venir aquí a esta hora ―fue lo primero que dije al bajar de la camioneta y encontrarme con Stiles.

―Créeme, hay una buena excusa ―abrió la puerta del pequeño salón de veterinaria y, con un gesto cortés, se hizo a un lado para que pasara, ―los demás están adentro.

Yo ya sabía exactamente dónde ir. Avancé con Stiles justo detrás de mí. 

Al entrar al salón, vi a Scott, Lydia y Deaton rodeando una mesa. Mis ojos se posaron en el cuerpo inerte sobre la camilla, y mi corazón dio un vuelco. Se trataba de un muchacho de más o menos mi edad. Mi mente dio un salto automático hacia lo peor.

―Díganme por favor que no secuestraron a ese muchacho ―murmuré.

―No, por Dios, no secuestramos a nadie ―aclaró mi hermana, escandalizada por mi acusación.

―Es Derek ―agregó Scott. Mi primer impulso fue reír al pensar que se trataba de un chiste, pero enseguida mi risa se congeló cuando recordé algo crucial: los chistes de Scott son horribles.

Derek estaba allí, pero no como el Derek que conozco, sino como un adolescente.

―¿Cómo es posible? ―pregunté confundida.

―Kate... ―respondieron los cuatro al unísono.

―Seguro es algo que solo la beneficia a ella ―comentó el veterinario.

―Y es malo para el resto ―terminó el lunarejo.

Desde que el nombre de la cazadora entró en escena, algo había cambiado, y no precisamente para bien. Miré a Scott, buscando alguna señal de esperanza en su rostro, pero solo encontré una expresión de determinación.

¹𝐁𝐀𝐃 𝐌𝐎𝐎𝐍 𝐑𝐈𝐒𝐈𝐍𝐆,, 𝒍𝒊𝒂𝒎 𝒅𝒖𝒏𝒃𝒂𝒓Where stories live. Discover now