Capítulo 5. Segundo círculo

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          Permanecía parado ahí, junto al piano, no sabia que hacer, no sabia donde estaba exactamente, estaba perdido. Caminó hacia la puerta, estaba tratando de buscar un claro propósito de entre toda la bruma espesa que era su deber, inconcluso por culpa de Karma.

          Se sentía vacío, su mente trataba de buscarle lógica a las interrogantes de su poder, al fin y al cabo reflexionaba sobre lo importante que creía ser, pero a su vez con expectativas muy bajas, y un pensamiento realista, pensó en un plan para salir de allí.

—No puedo depender de los demás, —se decía así mismo apuntando su rostro cegado, de forma resignada hacia la puerta— pero quisiera que Ágata estuviera aquí, la extraño, ella me ayudaría.

          De inmediato recordó, mas que todo su encuentro anterior con el demonio que estaba apunto de matarlo, contrastando su idea de escapar, se aventuro hacia la puerta con dificultad, a lo sumo de percatarse de aquellos ruidos afuera, esos sonidos retumbantes de una guerra.

          Al estar cerca del picaporte le llamo la atención algo en su bolsillo, una cosa que le había dado Ágata hace días. Al extraerlo sintió un fuerte presagio de lo que se avecinaba, tenia una forma rectangular y parecía estar congelado, pero al tocarlo le reveló la verdad.

          Todo alrededor de él se torno de un matiz difuminado, pero no lo suficiente para notar se les las curvas a los objetos, rápidamente le dio una sensación de escalofríos y no tuvo las fuerzas para sostenerlo. La visión terminó cuando el objeto se escapo de las temblorosas manos de Raúl, soltando un estruendo al llegar al suelo.

          Por un momento se sorprendió, no podía creer lo que pudo ver en ese pequeño tiempo, estaba completamente seguro de que no podía, pensó en un posible milagro, pero una voz que venia de su cabeza le dijo:

—No fue un milagro—Raúl saltó a sus espaldas sorprendido, no podía creerlo, pensó tal vez que era un demonio, y no se confiaba, aun así si sentía que aquella aura emanaba algo diferente, algo menos violento y caótico.

—No se asuste, —decía esa voz con aquella entonación calmada y pausada— realmente no quería asustarlo, como ve si me permitiera—Raúl retrocedía cada segundo menos y menos, parecía que un presentimiento lo contenía a escapar.

          Al fin pudo confirmar, que esa voz era de un hombre frente a él, del cual no sabia de donde había salido, sin hacer el mas mínimo ruido.

          Este se agacho, por lo que pudo escuchar, y agarro aquel cofre pequeño de bolsillo.

—Sostengalo, le ayudara a ver hasta que este listo—Raúl, con cierta lentitud, titubeaba y dudaba de acercarse.

         Estabs en una increíble encrucijada de sus sentidos, por un lado estaba su miedo, su entero e irracional miedo, luego su instinto, que ciertamente le comunicaba que esa decisión era correcta, y por otro lado muy distante le decía que debía ejecutar aquella petición, esto por supuesto era su vago deber.

          Finalmente su miedo cedió, abriendo paso a su instinto pero no a su deber aun vago. Tocó la caja, la cual era pesada para su tamaño, y le dejo ver la figura frente a él. Era Ágata.

           En aquel plano difuminado podía ver una especie de color que fluctuaba sobre la figura, esto en la opinión de Raúl era el alma, pero sentía que debía llamarlo mas bien aura, por que era una sensación que impregnada, mas no componía el ser. El de ella era de un color y una textura que convenientemente era de ágata, por lo que él sintió que era indudablemente ella.

—¡Oh dios mio...Ágata, te necesite mucho!—le abrazó con fuerza, y esperando el momento adecuado, sus ojos se encontraron con los difuminados y amarillentos de ella, se relajo y los cerró, y en un instante desesperado junto sus labios con los de ella.

Maldad Oculta: El finOù les histoires vivent. Découvrez maintenant