Capítulo 52

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Solté una pequeña risita de júbilo al ver a mi hermosa amiga perfectamente desordenada con un cartel entre sus manos con mi nombre escrito, rodeé mis ojos por lo innecesario que era eso, pero no me importó

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Solté una pequeña risita de júbilo al ver a mi hermosa amiga perfectamente desordenada con un cartel entre sus manos con mi nombre escrito, rodeé mis ojos por lo innecesario que era eso, pero no me importó. Baje rápidamente casi corriendo las escaleras electrónicas chocando de vez en cuando con una que otra persona que solo se quejaban haciendo que yo sonriera más, me gustaba molestar a los desconocidos.

Liv tiro el cartel al aire cayendo sobre una cabeza desconocida mientras reía y corría hacia mi colgándose de mi cuello rodeando mi cintura con sus piernas, la sostuve rápidamente soltando la maleta bruscamente, aunque fue incensario ya que mi linda amiga no pesaba más de 50 kilos. Sonreí contra su hombro sintiendo la calidez de su cuerpo envolverme en el fresco lugar ya extrañando los calurosos días de verano de Chile.

— Te extrañé — murmuró Liv contra mi cabeza apoyando sus pies en el piso sin llegar a soltarme en ningún segundo.

— También te extrañe, boba — golpeé levemente su espada baja soltandome al fin de su firme y caluroso abrazo, pero no me soltó completamente colocando su brazo en mis hombros, yo solo sonrío recogiendo la maleta del suelo caminando a paso lento a la salida del lugar con una inusual Olivia silenciosa — ¿porque estás tan callada?

— Estaba pensando en algo...

— ¿De que tratan tus locos pensamientos? — pregunto rodeando su cintura con mi brazo mientras caminábamos por un pasillo para llegar a los estacionamientos — no me digas que en tu adorado novio y su p...

— No, no, no, pervertida — negó rápidamente atrayéndome a ella entre risas, río por lo bajo observando nuestros pies fijándome en la vestimenta inferior de mi amiga, unos pantalones de jean claros normales y por lo que pude identificar mi zapatillas converse blancas.

— ¿Así que hurgando en mi cosas? — pregunté subiendo mi mirada a ella quien solo me sonrío con inocencia mirando hacia al frente.

— Estábamos hablando de lo que pensaba, no te desvíes — intentó esquivar el tema la ladrona de ropa — estaba pensando en tú cumpleaños.

— Oh ¿que tiene?

Observo cómo confundida Liv se separó apenas entramos al estacionamiento del aeropuerto con su mano afirmando mi hombro izquierdo con fuerza — ¿que tiene? ¿solo eso dirás?

— ¿Que quieres que diga, Olivia? No tienen relevancia para mi, es solo un número — elevo mis hombros quitándole importancia, realmente y lo más sincero de mi, nunca me han gustado las fiesta de cumpleaños ya que cada año eran celebrados por mi madre quien invitaba a sus compañeros de trabajo, era más bien una fiesta de trabajo para ella que mi cumpleaños, ya que no tenía ningún amigo ella solamente ignoraba mi presencia en esas fiestas y la única vez que me prestaba atención siempre fue cuando era la hora del pastel.

— ¡Hay que hacer una fiesta! — gritó exageradamente fuerte llamando la atención de más de uno que estaba en el lugar. Le hago callar con un siseo, pero ella siempre exagera, elevó los brazos exclamando sus palabras anteriores sin pronunciar palabras solo moviendo los labios. Suelto una risita nasal apretando mis labios para no reír por la mueca que hacía Liv caminando más rápido hacia su auto que ya había visto — no me ignores — dijo la chica volviendo a mi lado por fin subiendo al auto, ruedo los ojos entro también en el auto.

— No te ignoro, solo no te discuto, pero te digo de corazón que no me gustan celebrarlos.

— Cumplirás 19, por dios, Emma — suspiró golpeando levemente el volante encendiendo el motor — hay que hacer una fiesta a lo grande por tu primer cumpleaños aquí en Los Angeles, con tu hermana aquí presente y tus queridísimos amigos que también están pensando en la fiesta de cumpleaños.

— ¿Como es eso? — pregunto confundida girándome a ella que solo intentaba sacar el auto del estacionamientos.

— Wow ¿No te lo dije? Ya les dije a todos que haríamos una fiesta por tu cumpleaños — sonrió con inocencia Liv sacando por fin el auto del estacionamiento dejándome ver al fin la hermosa ciudad que tanto había extrañado en mi semana y media en Chile.

Bufo molesta pasando mi mano con cansancio por todo el rostro terminando por estirar mi labio hasta mi mentón con la mirada fija en el camino — te odio, Olivia Rodrigo, con todo mi ser.

— No, no me odias, hermanita, me amas, lo sé— era verdad, nunca podría odiarla porque el amor que sentía por ella era mucho más fuerte que todo.

Oh, mierda esto me recordaba mucho a Joshua, suspiro derrotada hundiéndome en el asiento mirando entretenida el camino apoyando mi cabeza en mi mano.

Oh, Joshua, debería odiarte, pero me temo que nunca lo podré hacer, mi amor por ti es tan fuerte que ni el odio lo puede
corromper.

Muerdo mi labio intentando contener el dolor que emergía de mi corazón sintiendo como se estrujaba con fuerza haciendo que me doliera todo casi dejándome sin aire al contener las lágrimas otra vez, pero no lloraría, no otra vez, no me quedaban más lágrimas, ya había creado hasta mi propio mar con todas ellas.

Me habían dicho que el dolor era Efímero, pero no lo ah sido. El dolor que siento será eterno tal y como el amor que tenía hacía ese lindo castaño de rulos rebeldes que locamente caían sobre su frente cada vez que se movía, dueño de una hermosa sonrisa blanca, tan blanca que te deslumbraba y te deja ciega. Ciega de amor por él.

Mi corazón estallaba cada vez que pensaba en él, pero cuando lo veía por más corto que ciera el momento, dolía más que mil demonios verlo sonreír, sonreír sin que la causa fuera yo.

Cerré mis ojos con fuerza sacuendiendo mi cabeza con fuerza casi llegándome a marear al abrir los ojos.

Tenía que olvidarlo, superarlo era mi meta personal y yo como una persona que jamás se rendía, cometería lo que deseaba, deseaba superarlo con todo mi corazón, porque ya no habían esperanzas para un él y yo. Ya no había un nosotros, ya no más. Eso estaba claro.

Lo único no claro aquí era el cómo olvidarlo sin sufrir en el proceso.

Lo único no claro aquí era el cómo olvidarlo sin sufrir en el proceso

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Sofiadaaholland

EXCHANGE, Joshua BassettWhere stories live. Discover now