III

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Que hay pecados compartidos...

22 de octubre, 1995

—  De acuerdo chicos, muy buen entrenamiento. No sé cuándo volveremos a vernos, pero si todo va bien será la semana que viene, podéis marcharos -les dijo Harry al resto del ED.

Los demás aplaudieron, además de Ron y Hermione, que se encontraban a cada lado de él.

Todos comenzaron a recoger con prisa, pues no querían encontrarse por los pasillos a Umbridge, Filch o algunos de la Brigada Inquisitorial.

— Si nos damos prisa alomejor llegamos al segundo plato -les comenta Ron a sus amigos.

— Id vosotros -dice Hermione- no tengo hambre, y además debo acabar el trabajo de Pociones.

— Deberías descansar, Hermione -contestó Ron mientras recogía su túnica- aunque fueran, no sé, 5 segundos tal vez.

Tanto Harry como Ron se habían dado cuenta que, desde el inicio del nuevo curso, Hermione desaparecía cientos de veces para ir a la biblioteca, o incluso a alguna clase de repaso. Más de lo que solía hacerlo en otros años.

Pero se trataba de Harry y Ron, lo atribuían a los nervios por los TIMOS, los cuales aún faltaba casi todo el curso para que comenzaran, pero que la Gryffindor ya los veía a la vuelta de la esquina.

— Como quieras -dijo Harry- ¿pero nos veremos después en la sala común, no? Tenemos que acoplar horarios para una nueva reunión del ED.

— Claro, Harry -sonrió Hermione- ¡nos vemos!

Se despidió de ellos, de Neville, Ginny, Luna, y salió de la Sala de los Menesteres. Comprobó la hora que era y comenzó a caminar deprisa.

Ya la estaría esperando.

Bajó pisos, torció pasillos, giró su cabeza unas cuantas veces para comprobar que nadie la seguía, hasta que llegó a una puerta. Pero no una puerta cualquiera. Era la del Aula de Pociones.

Comprobó una vez más que estaba sola, y sin pensarlo ni un segundo más, la abrió y entró en ella. A primera vista, parecía que no había nadie.

— Ya pensaba que no vendrías -dijo una voz a sus espaldas, mientras se oía la puerta cerrarse.

Hermione sonrió y se dio la vuelta. Draco estaba al lado de la puerta, con una pierna apoyada en la pared y con los brazos cruzados. No llevaba la túnica y tenía la corbata un poco suelta.

—  Eres un exagerado, solo han sido cinco minutos -le respondió ella.

—  Siete, para ser más exactos.

—  Pareces un maniático del control -le dijo la Gryffindor mientras dejaba sus cosas en una mesa del aula.

—  Lo soy -dijo mientras se acercaba a ella.

Cuando llegó a la Gryffindor, observó que llevaba consigo un libro de hechizos defensivos. Y no le sonaba de haberlo visto en la biblioteca. Extrañado, le dijo:

—  ¿Para qué lees ese libro? No lo tenemos este año...

—  Toda información extra siempre es bienvenida, Draco, ya deberías saberlo -dijo la castaña tapando la portada del libro con su mano.

Pero Draco no prestó atención a aquello, estaba más centrado en hacer otra cosa.

Se acercó a Hermione y le dio un beso en los labios.

—  ¿Sabes? Si me dijeras a dónde vas ciertas veces, tal vez no me preocuparía en que Umbridge te pueda expulsar.

—  Y si tú no estuvieras en esa estúpida Brigada Inquisitorial, tal vez te lo diría -le responde la Gryffindor con una sonrisa.

Con Las Ganas - DramioneWhere stories live. Discover now