22 | 𝙘𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙫𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙪𝙣𝙤

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—No puedo usar una camiseta de Bob Esponja

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—No puedo usar una camiseta de Bob Esponja.

—Pero te ves tan lindo—sonrió Nico—, el gerente va a caer a tus pies cuando te vea.

—O va a decir que prefiere a Plankton*. Nunca se sabe, hay gente loca en el mundo—Matteo descolgó una camisa blanca y la alzó ante la vista de su acompañante, quien, al ser el único ser vivo en la habitación, resultaba ser también el juez de sus posibles atuendos.

El problema es que Nico no tenía buen gusto y no ayudaba el hecho de que Matteo fuera hermoso, porque quedaría bien vestido aún con la prenda más ridícula existente. La parecería muy dudoso por parte de la sexualidad del gerente si no lo contrataba con tan solo verlo. 

Había que sumar un pequeño punto a la ecuación: Matteo no parecía ver reparo alguno en cambiarse al frente suyo. La parte superior, al menos. Pero era suficiente para que Nico llenara su repertorio de fantasías sexuales por el resto de la semana. 

—No te quites la ropa—le pidó, en un gemido, tapándose el rostro ante la visión del torso desnudo del chico. 

Sin embargo, quitó las manos de sus ojos y miró un poco más. Nico era débil, después de todo.

Matteo sonrió, reluciente de confianza bajo la mirada en los ojos de Nico. Él comprendía por qué se veía tan complacido. Después de todo, Nico tenía el rostro rojo, caliente por la vergüenza y el deseo, y se mordía el labio con tanta fuerza que comenzaba a ser preocupante. Se distrajo al responder un mensaje de su madre, asegurándole que seguía en la casa de Matteo y se sentía mucho, mucho mejor, antes de volver la vista hacia arriba y sonreír al verlo vestir una camisa blanca. 

"—Eso está incluso mejor que Bob Esponja—dijo, pensando que moriría cuando Matteo sacó una corbata de su cajón. 

—Supongo que sí, ¿Sabes cómo poner esta cosa?

Nico sonrió, agradeciendo a Zack por enseñarle sus habilidades, antes de ponerse de pie y acercarse al chico. Hacer un nudo en su corbata resultó millones de veces más sencillo que hacerlo en uno mismo y, pronto, Matteo se encontraba estudiando su vestuario en el pequeño espejo que colgaba en la puerta del armario. Nico se movió fuera de la línea del reflejo del espejo, consumido por la disforia al verse allí, junto a Matteo, haciéndose aún más notorias las diferencias entre ambos. Pero no quería avanzar por ese camino, comparándose, por lo que enfocó su mente en cualquier otro hecho. Como, por ejemplo, en que aquel chico hermoso que compartía la habitación con él podría llegar a ser suyo y sólo suyo. 

Salieron del departamento casi veinte minutos después, bajo los últimos rayos
del sol de la tarde y la leve brisa invernal que revoloteaba sus cabellos. Dejaron atrás las calles de la cafetería, la tienda de música, la librería, en donde Nico había comprado sus manuales para la escuela, y algunas tiendas de trucha y salmón, para abrirse paso a una parte del pueblo que Nico no sabía que existía hasta ese preciso momento. Supuso que, si bien Dunsmuir era un pueblo pequeño, no lo era lo suficiente como para conocerlo tan detalladamente si uno sólo iba de su casa a la escuela y viceversa. 

Alma Dinamita [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora