Capítulo Cuatro: El Demonio en una Botella

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—Pájaro —escuchaba Clark mientras abría el ojo por la mañana—, pájaro

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—Pájaro —escuchaba Clark mientras abría el ojo por la mañana—, pájaro.

Al lado de él, estaba aquella mujer apoyada en sus rodillas.

—No tengo más mantas —le dijo Clark.

La mujer siempre iba vestida con un pantalón de tirantes; tipo granjero. Y, en eso sacó de sus bolsillos de enfrente varios paquetes de chocolates; dejándolos junto a Clark.

—Pájaro —dijo antes de levantarse y salir corriendo.

Clark tomó extrañado uno de los paquetes; y luego volvió a mirar hacia donde se había ido aquella mujer extraña.

El agua de regadera en la playa se abría poco después; con Clark remojando su cabeza como lo hacía cada mañana.

—¿Pero qué? —se preguntó notando como jabón caía de sus manos.

Entonces el ex reportero sacudió su cabello en busca de quitárselo. Pero por más que agitaba y agitaba no podía. Pero revelando el misterio comenzó a escuchar risas por encima de su cabeza. Al alzarla miró a unos dos adolescentes, tirándole shampoo. Tan pronto estos notaron que habían sido descubiertos; corrieron lejos de Kent entre risas y chistes de su ropa interior rota.

—Llegas temprano —decía Joe tiempo después; acomodando los periódicos y cómics.

—Tuve tiempo de sobra —dijo Clark comiendo una barra de chocolate.

—¿Eso es chocolate? —le preguntó Joe señalando el mismo con su dedo.

—Sí —respondió Clark con un pedazo aún en la boca.

—Me das un poquito.

—¿Cuáles son las palabras mágicas? —le preguntó Kent.

—Dame o te despido.

—Esta bien, esta bien —decía Clark entre ciertas risas mientras le arrojaba una barra sellada; sacada de su pantalón.

—¿Alguna vez te conté que de niño amaba el chocolate?

—No, supongo que no —aseguró Clark yendo a por su trapo.

—Sí, recuerdo que había una fábrica en específico, la más popular —contaba mientras daba un mordisco al dulce—. Oh sí, sus dulces eran deliciosos. Y un día, el dueño de esa fábrica hizo un concurso. Metió cinco volteos dorados en cinco barras de chocolate. Y los ganadores entrarían en concurso para ser su heredero —contaba mientras Clark solo alzaba una ceja.

«Antes de que pregunten, sí, es normal en él. Una vez me contó que su familia lo dejo solo en casa durante las épocas navideñas. Y que tuvo que poner trampas para defenderse de unos ladrones. Sinceramente solo me hago el tonto, y asiento a sus "anécdotas"»

—Por cierto Clark, antes de que se me olvide —exclamó el señor caminando hacia una caja; abriéndola para así sacar algo de ropa envuelta en plástico transparente—. Ya que siempre vienes vestido igual, te quiero dar esto, para que seas más variado.

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