Capítulo 21: Harry

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En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, lo oyó.

Frank Sinatra, sonando desde su apartamento. Era el vinilo que había dejado en el tocadiscos la última vez que lo había usado.

Abrió la puerta de su apartamento y dejó el maletín en el recibidor. La luz del salón estaba encendida, pero esta vez no era una sorpresa.

—Hola —le dijo Louis desde el sofá; llevaba unos pantalones de pinzas color marrón claro, y una camisa color arena remangada hasta los antebrazos. Harry se forzó a bajar la mirada para no quedarse mirándolo embobado.

—¿Te has hecho una copia de las llaves? —dijo, carraspeando.

—No. ¿Para qué? —Señaló el tocadiscos, que aún atronaba la voz profunda de Frank Sinatra—. Eres uno de esos nostálgicos, evidentemente. Tendría que habérmelo imaginado.

Puso los ojos en blanco mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba.

—Fue un regalo.

—¿De quién?

—No es asunto tuyo.

—Oh. ¿Duele? ¿Un exnovio?

Suspiró.

—Para tu información, una exnovia.

Louis se encogió de hombros.

—¿Murió?

Parpadeó.

—No.

—¿Aún no?

—Mantente lejos de ella. —Entró hasta el salón y se lo quedó mirando, con una preocupación renovada—. ¿Sigue vivo alguno de tus ex?

Louis todavía observaba el tocadiscos con una mueca de disgusto.

—¿Por qué demonios te lo has quedado?

Se encogió de hombros.

—No es nada sentimental. Me gusta el tocadiscos, y es un regalo. ¿Por qué iba a deshacerme de él?

—Todo el resto de tu vida será "un regalo" de una persona horrible.

—No he dicho que fuese horrible.

—No has dicho absolutamente nada de ella, así es como sé que lo es.

Sacudió la cabeza.

—¿Te deshaces de todo lo que te han regalado? —preguntó en tono de burla.

Louis soltó una risa sarcástica.

—Me desharía de mi propia piel si pudiera.

No era la respuesta que esperaba, pero se esforzó por disimularlo. Se acercó al tocadiscos y bajó el volumen.

—A mí me gusta.

Louis soltó una risa amarga. Señaló una botella de vino sobre la mesa del salón.

—He traído algo para beber. El bourbon era espantoso.

Se encogió de hombros.

—Era barato. Normalmente no bebo.

—¿Sólo cuando estás a punto de morir?

Hizo una mueca, pero le siguió la broma.

—No lo sé. ¿Estoy a punto de morir ahora? —preguntó con sarcasmo. Louis rió.

—No, supongo que no. Que yo sepa.

Fingió sorpresa.

—¿Hoy no te has traído la pistola?

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