Reloj...

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— Esto que te voy a contar es un poco fuerte, puede que no sea tan adecuado, pero sé que debes escucharlo — El hombre estaba tratando de ser lo más suave posible. Incluso para él era difícil recordar aquello.

Sus palabras lograron asustarlo. ¿Ser fuerte? Miró al hombre notando que su semblante había cambiado totalmente, a uno mucho más serio. Tembló ante los hechos que el hombre sabía y él no.

Hubo un pequeño silencio algo tenso entre ambos. Ninguno lo rompía, no porque no quisieran, simplemente porque era difícil. Hablar de esos temas en definitiva no era fácil. ¿Cuántas cosas había tenido que vivir para llegar a ese momento? Dónde la mayoría de sus dudas serían respondidas, pero también sabía que esas respuestas iban a ser de los peores tragos de su vida. No sabía que pensar de todo, no sabía cómo iba a reaccionar ante lo que sea que estuviera a punto de escuchar, e incluso no sabía si sería tan fuerte como para hacerlo. Aún así lo haría, lo haría porque lo necesitaba. Cinco años sin saber nada, cinco años dónde las lágrimas, los sollozos y los viejos recuerdos lo atormentaban al punto de a veces tomar alcohol y fumar.

¿Qué tanto va a descubrir en ese pequeño lapso? Mucho.

— Ah... — Suspiró el anciano mientras miraba el techo, como si estuviera buscando las palabras correctas para empezar su relato — Te diré todo lo que sé, todo lo que he vivido en estos cinco años junto a Jinnie y lo que puede que llegues a vivir en este tiempo

💙💙💙💙💙💙💙

Todo parecía ir bien ese día. Era una fría noche de invierno. Se celebraba el último día del año y se esperaba el primero del siguiente. Igual que en los últimos dos años, ese año estaba solo. Mi esposa había fallecido y mi hijo no podía visitarme, ya que se había ido a Noruega. No importaba mucho para mi, estaba bien con eso en realidad. Igual que lo venía haciendo tiempo atrás, preparé mi comida favorita y arreglé la casa para pasar un momento ameno en compañía de mi perro.

Era una noche silenciosa, las olas del mar se hacían escuchar y la música que se reproducía en mi viejo radio me hacía sentir realmente bien. Eran ya cerca de las once y media de la noche cuando me senté en el balcón con la vista en el mar. La vista era perfecta, las estrellas se veían más que en cualquier otro lugar que hubiera visto antes y la luna se alzaba orgullosa iluminando las aguas oscuras. Apagué las luces de toda la casa y solo me quedé allí sentado en completa comodidad arropado con mi viejo abrigo y una taza de chocolate caliente. Todo estaba tranquilo, en calma, cuando el motor de un auto se escuchó no muy lejos de mi casa, era tarde y me resultó un poco extraño, ya que muy pocas veces llegaban a pasar autos por el lugar a esas horas de la noche; sin embargo, decidí no darle importancia de no ser que mi perro comenzó a ponerse a la defensiva a lado mío.

Por esos días mi casa era menos vistosa y por las noches no solía verse sino era por las luces del interior. El motor se escuchó ser aparcada apenas unos veinte metros de mi casa. Voces se hicieron escuchar y eso me alertó. Con cuidado me acerqué a una de las ventanas y allí fue donde los vi. Un grupo de hombre sacaban una enorme bolsa negra de una camioneta

— Vamos, déjalo allí — Habló uno de esos hombres — Suéltalo y deja que las olas se lo lleven

Dos que llevaban la bolsa obedecieron sus órdenes y lo arrojaron al agua. Sin más volvieron a subir a la camioneta y emprendieron el viaje nuevamente. Un debate creció dentro de mi mientras observaba a lo lejos la bolsa siendo está arrastradas por las olas cada vez más. Mi primera idea fue llamar a la policía, pero casi de inmediato la descarté, era fin de año, la probabilidad de que acudieran a mi llamado era casi nula, pues la mayoría de las personas estarían festejando. La segunda idea fue solo olvidarlo, tal vez no era nada.

Corazón de Hierro//NamjinWhere stories live. Discover now