Capítulo 17

385 75 58
                                    




SONIC

  No dejo de correr hasta llegar a la cabaña de mi tío. Siento que mis piernas queman de todo lo que me moví esta noche. Sin embargo, minimizo mis dolores y molestias; encontrar a Tails es mucho más importante que mis quejas.

  Por suerte, no tardo mucho en hacerlo. Está sentado en el porche de la casa, con una expresión tranquila. Y cuando me ve, pareciera ser que tarda en reconocerme.

—¿Y a ti qué te pasó? —me pregunta, preocupado ante mi apariencia.

—Tenemos... que irnos... —respondo jadeando, aún recuperándome de todo lo que corrí para llegar hasta acá.

—¿Qué? —inquiere el de dos colas, confundido.

  Trato de tranquilizar el ritmo de mi respiración mientras termino de acercarme a él. Es ahí cuando me doy cuenta de que Tails no está solo.

—¿Qué sucede? —pregunta Cream, mirándome extrañada, sentada junto a él.

—¿Cream? ¿Qué haces tú aquí? —indago, gratamente sorprendido ante la presencia de la coneja.

  Ella se sonroja, y Tails carraspea, a punto de inventarse una excusa.

—Tranquilos, no pasa nada. No es importante —sacudo la cabeza—. Tenemos que irnos, ahora mismo.

—¿Irnos? —cuestiona Tails.

—Sí. Volveremos a casa —contesto.

—¡¿De qué estás hablando?! —me pregunta el zorro.

—Te lo explicaré en el camino.

  Doy un paso hacia Tails, pero Cream se pone de pie y bloquea mi camino.

—Bien, vamos a calmarnos —me dice con voz pacífica—. Miles no tiene que ir a ningún lado si así lo quiere.

—Cream, por favor, apártate. Esto no te concierne —le espeto a la coneja.

—¡¿Cuál es tu problema?! —inquiere Tails, poniéndose de pie también.

—¡Mi problema es que hace exactamente diez minutos me estaban tratando de matar! —exploto—. ¡Porque en este pueblo existe un maldito culto involucrado en cosas oscuras!

—Sonic, si esta es otra de tus bromas-

—No es una broma, no estoy alucinando, y más tarde puedo mostrarte evidencia si eso es lo que quieres, pero ahora ¡tenemos que irnos! —le digo al zorro.

  Cream se aleja de mi, sacudiendo su cabeza.

—Estás actuando como un loco —me dice—. Llamaré a mi padrastro Vector, él es policía y...

  Una amarga carcajada se escapa de mis labios.

—Já, buena suerte con eso.

  Asustada, la coneja empieza a correr hacia la calle. El de dos colas intenta seguirla, pero lo agarro de la muñeca.

—Vámonos.

Strive Where stories live. Discover now