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¿Cuántas tazas llevaba? ¿Una, dos, tres? Había perdido la cuenta ya

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¿Cuántas tazas llevaba? ¿Una, dos, tres? Había perdido la cuenta ya.

No había podido dormir toda la noche por los tratos de drogas y armas que se efectuaron en la misma. Y ahí estaba, tratando de mantenerse de pie con una taza de café en manos mientras un chico le pedía un tuneo completo a su motocicleta.

-También quiero pintarla, ¿qué color crees que le quede bien, sabes si tiene pegatinas esta moto...? ¡Hey, ¿me estás escuchando?!- le llamó la atención el chico de cabello castaño.

-Sí, sí. Aho...- carraspeó.-Ahora vengo.

-Pero-

El jefe de mecánicos ignoró todos los gritos de manera olímpica de su cliente. Le hizo un ademán a uno de los mecánicos que custodiaba la puerta para que lo atendiese. Este acató la orden y fue con el ahora molesto chico que solo quería tunear su vehículo.

Armando mandó a sus pasos a ir a la sala de descanso de los mecánicos. Ahí dejó la taza ahora vacía. Iba a fregarla pero la falta de jabón en el traste de plástico lo frenaron. Buscó el jabón para trastes abajo del lavabo donde se supone que debe de estar. Nada.

-Joder.- maldijo por lo bajo. "Estos chavales dejan todo por donde quieren" pensó. No quiso darle más vueltas, de por sí su cabeza ya lo estaba haciendo desde hace horas por la falta de sueño. Y tomó la difícil decisión de dejar sin fregar una taza en el lavabo.

Tratando de ignorar su tic de haber dejado una taza sucia se recostó en uno de los sofás de aquella sala para solo descansar, nada más. Solo 5 minutos se dijo a él mismo.

¿Desde cuando 5 minutos son 3 horas?

(...)

-¿Ya no hay nadie?

-Creo que no.-le contestó su compañero ya abriendo su coche.

-Vale. - y con toda la calma del mundo, Tonet procedió a cerrar la puerta del taller con candado. Ya todos los mecánicos fuera de servicio se iban del lugar, dejandolo solo bajo aquella noche estrellada cuya única luz era la farola en la puerta del taller.

Tras finalmente haber dejado con candado el taller para que ningún malandro entrará, se dirigió hacia su 4x4 color rosado como su outfit. Dio un gran bostezo antes de arrancar, pisó el acelerador ya cansado pero feliz de que en casa seguro lo esperaría la cena que todas las noches prepara Nadando para toda la mafia. Su familia.

Tonet sonrió involuntariamente por esa palabra. Familia. No pensó que volvería a tener una alguna vez, tenía a Manolo, sí. Pero ahora, su felicidad se había multiplicado por todas las importantes personas que entraron a su vida.

Estacionó el coche, bajó de este y se dirigió al portón de la casa. Pero antes de poder si quiera sacar las llaves del hogar. La puerta se abrió bruscamente y unos brazos lo jalaron hacia el interior para después escuchar el portazo tras de él.

-¿Nadie te siguió?

Solo digamos que él no tenía la familia más normal del mundo.

-¿Pero que te pasa, tío?

-Jodel, ¿te siguielon o no?-le interrogó un muy atareado Yun. Tonet con el ceño fruncido miró a Kalahari quien veía por la mirilla de la puerta. En busca de... Sabrá Dios que.

-Nadie me siguió, ¿vale?-en realidad no lo sabía. Ni siquiera sabía la razón por la cual alguien lo seguiría. Pero sólo se lo dijo para calmarlo. Llevó su mano al hombro del de menor estatura para hacerle entender que todo estaba bien. Que no había nada de que preocuparse.

Tras dicho eso. El pelirrojo se despegó de la puerta para ver al recién llegado quien seguía manteniendo su mano en su hombro, pero ni siquiera lo notó. -¿Y Almando?

O tal vez sí había algo de que preocuparse.

-¿Cómo?-interrogó, -¿no ha llegado?-y tras procesarlo. Ambos entraron en pánico. El Chino sacó de su bolsillo rápido su celular, marcó el número del jefe de mecánicos y esperó a que su llamada fuese contestada. Uno, dos, tres, cuatro pitidos.

«Se ha comunicado con Armando Grúas, deje su mensaje después del tono. Piiii.»

-¡¿Dónde coño estás? Si no contestas en 5 minutos voy a buscalte y yo mismo te mato, hijo de puta! -le amenazó y tras terminar colgó presionando con desespero varias veces el icono rojo para finalizar su mensaje. -¿No estaba en el tallel contigo?-interrogó nuevamente Yun al chico de outfit rosa. Kalahari con dedos hábiles marcó el número ahora de Emilio.

-De un momento a otro desapareció. Pensé que solo había salido de servicio más temprano.

«-¿Bueno?-contestó un acento mexicano del otro lado de la línea. »

-Emilio, ¿Sabe' dónde está Almando?

-Si estoy aquí, pendejos.

Yun y Tonet dirigieron su mirada al mexicano que, efectivamente, estaba a sólo unos pasos suyos. Sin saber si reír o llorar porque ninguno de ellos notó su presencia en la sala. El pelirrojo frustrado colgó el teléfono y comenzó a buscar desesperado la llave de su vehículo entre sus prendas.

-Me cago... Dame tus llaves Tonet, ilé pol el helicóptelo.

-¿Cómo que helicóptero, wey? La puta ciudad está patas arriba, ¿debo recordarte que matamos un policía hace dos días?-le calcó con obviedad aún sabiendo de que Yun era alguien difícil de convencer. Pero aún así, el mismo pelirrojo reconocía que sacar el helicoptero o si quiera salir de esa casa era peligroso. Una mínima sospecha y seguro la policía los arrestaba.

Sí, lo tenía en cuenta. Pero se trataba de Armando.

-Que os jodan.-en un movimiento rápido. Le arrebató de las manos a Tonet las llave de su vehículo y salió de la casa arrastrando consigo toda su preocupación e ignorando los gritos de sus compañeros a sus espaldas.

Había creado una horrible película en su cabeza. Cuando la realidad es que Armando solo se había quedado dormido en el taller.

𝙿𝚊𝚛𝚝𝚢 || YunandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora