VII: Al descubierto, el libro del Inframundo

45 10 2
                                    

—Muy bien chicos, está es la última semana por lo tanto, también será su último entrenamiento.

Los mellizos y Angelo se encontraban parados en el campo abierto de la montaña. Cómo bien dijo, al finalizar el anterior entrenamiento con la espada, Angelo les dió un día libre nuevamente para que su cuerpo se relajara y así poder empezar con todo. Alex se sentía emocionado, ya Angelo les había platicado sobre su siguiente entrenamiento el serán las artes marciales.

Esos movimientos tan únicos y poderosos que lo componen dicha cultura. Golpes rápidos y contundentes, movimientos sorprendentes e increíbles, bueno... De esa manera describía las artes marciales el joven Alex. Su mente se guiaba de las películas de cuenca ficción y acción, incluso llegó a decir que vio un anime Shounen y siempre quiso aprender a luchar de esa manera. Angelo en vista de esos comentarios tan inmaduros y simples, le dió un golpe en la cabeza a Alex.

Sara solo se reía de tu torpe y mediocre hermano. Si bien algo de lo que dijo Alex era cierto, las artes marciales tienen movimientos rápidos, certeros potentes y contundentes. Un arte un tanto poderoso para aquellas personas que lo sepan dominar a la perfección. Lamentablemente para ellos, Angelo solo les enseñará lo básico. Y así mismo lo dijo, Alex se desánimo pero volvieron sus ánimos cuando Angelo les dijo que de igual manera les enseñará cosas sorprendentes y "letales" para el ser humano.

—¡Oohh si! Ya estoy emocionado —se expresa, Alex.

—Por favor hermano, cálmate un poco ¿Quieres? —argumenta en forma de regaño a su incompetente hermano.

—Ya, ya, está bien... Pero aún así estoy algo emocionado —responde el muchacho con una sonrisa.

Angelo solo sonreía, se sentía alegre, pero no por eso sonreía. Angelo sabe que lo que se viene será doloroso y esto si que lo tomarán como si fuese un entrenamiento de siglos.

—Me alegro saber que están emocionados, pero déjenme decirles que yo seré mucho más estricto que en los anteriores entrenamientos —les avisa el joven con una sonrisa que les eriza la piel a los mellizos—. Aquí literalmente aprenderán de los golpes, patadas y rasguños. Incluso heridas si no tienen cuidado.

—E-esta bien, nosotros lo manejaremos, ¿verdad hermana? —dice el Alex un poco preocupado.

—A-ah, eh, ¡sí! ¡Claro que sí! —responde la joven con una sonrisa de preocupación.

—Bien, entonces lo primero que les enseñaré será calmar sus mentes y relajar sus cuerpos.

—¿Cómo harás eso? —Pregunta el mellizo a Angelo.

—Eso será mediante la meditación...

—Esto será aburrido...

Alex cambio su rostro a uno de pereza y desánimo nuevamente. Angelo no le prestó mucha atención y después empezó a enseñarles el como meditar, respirar, la posición, les explico sobre la concentración, sobre lo útil que es meditar. Cuando los mellizos llevaban como tres horas en ese plan, Angelo procedió a explicarles una cosa un tanto peligroso... Les explico sobre la energía pura.

—Existen tres tipos de energías: La energía pura, la energía espíritu y la energía negativa.

—E-espera... ¿Que? No entiendo nada de lo que dices, amigo —Alex un poco confundido no podía entender nada de lo que decía Angelo.

—Energía... ¿No es eso lo que hacen los viejos esos japoneses para mejorar el cuerpo y el alma?

—Exactamente, felicidades, Sara. ¿De dónde aprendiste eso?

—B-bueno, casualidad antier ví algo de eso por internet —en realidad buscaba por internet como mejorar su cuerpo y habilidades.

—Mmm, ya veo. Bueno, hoy les platicaré lo sencillo que hay que saber de estas tres energías. Primero: Energía pura: La energía pura es aquella que abunda en el plano humano y todo ser vivo puede implementarlo en su cuerpo. La energía pura más que implementar, vive desde que nacen dentro de sus cuerpos. Para poder liberarlo tienen que tener plena concentración y calma tanto en su mente, como en su alma. Solo los seres humanos son capaces de liberar y perfeccionar la energía pura (la cual es impura para un ser divino).

Los 12 elegidos: La última guerraWhere stories live. Discover now