Parte 5

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Toda la guardia real con el rey se dirigía a palacio mientras el mencionado miraba la serie de anuncios que prevenía a la gente sobre las fotografías que saldrían de su majestad y la actriz que escogió para esposa. Leía los comentarios intentando distraer su cuerpo y su mente. Aun sentía los labios palpitantes por el renuente beso que se dieron horas antes. Su cuerpo había querido saltar sobre ella, pero en ese momento y en ese lugar hubiera sido improcedente y algo imprudente, y aunque no le importaba que su conducta fuera cuestionada, la realidad era que solo pensó en la reputación de ella. 

Por unos segundos había parecido lista para ceder, pero su mente, aparentemente, la llevó a otro lado menos agradable que compartir un beso con él y lo había golpeado.  Por eso y porque cuando estuvieran juntos él quería la mente de la actriz en él y sólo  él había decidido detenerse, aunque su instinto masculino le exigiera lo contrario. Forzarla en ese momento no era buena idea, aunque no recordaba cual era la última vez que alguien lo golpeó que no fuera entrenando o haciendo algún deporte extremo. Lo había alterado su reacción sí, pero de una manera no del todo grata, quien usaba los puños para defenderse ocultaba más cosas negativas que positivas. 

Después de eso había decidido irse antes de saltar sobre ella de una manera menos persuasiva y se fue a su palacio, un territorio familiar que podría ayudarlo a calmarse y pensar con cabeza fría en los siguientes movimientos. 

Durante el trayecto Shi Hyun había visto el anuncio de las fotografías del compromiso y que serían reveladas a la siguiente semana, después de todos los arreglos de la foto estudio.  Había recibido una copia personal de cada una de las fotos que les hicieron y finalmente llegó a la que recordaba, dónde se habían mirado y donde la contempló por primera vez como una verdadera reina, con la vestimenta que le correspondía por su futuro estado civil. Conexión, y estaba seguro de que no era el único que la sintió. Guardó una copia personal, la cual seguramente y con una sensibilidad pocas veces conocida, mantendría en secreto tan celosamente como guardaba el libro de poemas de su mamá. 

La costilla le pinchó un poco y debía reconocer que tenía un buen gancho de derecha. Si así reaccionaba con un beso no quería imaginar cómo reaccionaría con un contacto más íntimo. Podría engañarla con una falsa sensación de seguridad. Nadie atacaba al rey y aunque ella fuera importante para él esos despliegues de desobediencia no debían ser permitidos, pero pensar en hacerle daño, en lo profundo de su ser, era inconcebible. Aun así, no pensaba cambiar nada por ella, o por lo que sintiera, para alguien como él tener emociones era peligroso. 

Sonriendo hizo algunos movimientos en la tableta que estaba manipulando, ordenando algunas cosas y pensando en la reacción de ella momentos atrás. Definitivamente con ella no se aburriría nunca. 

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Tae Ra cerró la maleta asegurándola con la clave y mirando alrededor soltando un profundo suspiro, sintiendo nostalgia por el sitio nuevamente. Este guardaba las memorias de todas las cosas que vivió que fueron buenas cuando era niña. En ese sitio su padre ostentaba un centro de artes marciales que llevaba la dirección con su madre, hasta que ella enfermó. Después fue la muerte de su padre y su vida se volvió un borroso conjunto de desagradables memorias en las que no quería pensar. 

Sentía mucho que ese sitio fuera a parar a manos del rey, quien seguramente después de que ella lograra su cometido de huir del matrimonio, lo quemaría hasta los cimientos, pero permanecería en la memoria de Tae Ra. Con eso era suficiente y sabía que su pragmático padre pensaría lo mismo.  Alistar la maleta era solo un alibi, no se iba a quedar con nada de lo que tenía allí, pero ya que esa noche se trasladaba al palacio, debía sacar algunas cosas. 

El Rey Tirano y la Actriz NarcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora