when they were a family.

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"friends will be friends right 'til the end"

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Cuatro, Seis y Ocho se encontraban en la habitación de ella, jugando a las cartas.

—¡Uno! — grita la castaña al dejar una carta en la mesa.

—Toma 4 — Seis cambia el orden de la ronda y Cuatro tira un +4.

La chica toma cuatro cartas del mazo y hace un puchero

—Es injusto que siempre hagan un complot contra mi, — se queja.

—Lo que es injusto es que siempre ganes.

—Si soy la mejor, si es justo — se burla y Seis rueda los ojos.

—¿¡Quién quiere jugar al monopoly!? — el grito de Número Dos exaltó a los chicos.

—¡Yo! — responden al mismo tiempo.

Entre todos, acomodan las cosas para empezar a jugar.

Uno elije el dinosaurio, Dos el sombrero, Tres el conejo, Cuatro un pingüino, Cinco unos lentes de sol, Seis un auto, Siete una pelotita y Ocho el pato.

Entre los 8 juegan, varias veces se pelean, pero como siempre, se divierten.

—¡Tienes que pagarle!

—¡No lo haré!

—Ocho, caiste en su propiedad.

—Él también cayó en mi propiedad antes y no me pagó.

—Porque todavía no habías comprado esa propiedad — Cinco rueda los ojos —ahora págame.

La castaña, enfurruñada, le dió el dinero que debía darle.

Siguieron jugando, divirtiéndose hasta que se hizo de noche.

—Siete — llama Ocho a su hermana —¿Te gustaría mostrarme como tocas el violín?

Ocho había visto como su hermana tocaba ese instrumento, maravillada, quería escucharla sin paredes de por medio.

—¡Claro! ¿Esta noche? — la castaña asiente.

Cenan entre todos, en silencio. Cuando terminan de comer, cada uno sube a sus habitaciones y se cambian el uniforme por el pijama de la academia.

—Chicos, ¿Quieren que vayamos a despedirnos de papá? — la voz de Número Uno resuena del otro lado del cuarto de la castaña, por lo que abre la puerta

—No nos va a responder — replica Cinco. Por más que parecía irritado, Ocho sabía que en el fondo le dolía el desafecto de Reginald.

—Probablemente no, pero, ¿Qué perdemos intentándolo? — dice al ver como todos sus hermanos parecen desanimados.

—¿La dignidad, quizá? — responde Seis irónicamente.

—¿Dignidad? ¿Que es eso? — pregunta Ocho sarcásticamente. —Vamos, somos héroes, tenemos dignidad de sobra para perder.

El resto de hermanos asienten un poco reacios y dirigidos por Uno, buscan a Grace para que los lleve a su oficina.

Su madre le dice a Reginald que sus hijos le quieren desear las buenas noches. Pero como siempre, no levanta ni la cabeza para verlos.

La mayoría de ellos salen cabizbajos de ahí, menos una castaña.

—¿Por qué no puedes decirles buenas noches a ellos? — pregunta recordando la otra noche, cuando Reginald se encontró en el marco de la puerta de Ocho y le deseó buenas noches, con una extraña sonrisa en su rostro. Su padre nunca sonreía.

Cenizas | 𝐶𝑖𝑛𝑐𝑜 𝐻𝑎𝑟𝑔𝑟𝑒𝑒𝑣𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora