Inercia

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Capítulo V

Inercia

{O de cómo fuerzas externas inducen el cambio.}

Harry estaba a punto de hiperventilar, el calmo terror se filtraba por cada uno de sus huesos sin que pudiera hacer nada para contenerlo. Respiró pesado, buscando la calma, pero no la encontró. Sus instintos lo obligaron a que se mantuviera alerta, el hombre que se hallaba delante de él no se movió en primera instancia, esperó a que el niño actuara primero cual soldado experimentado.

El unicornio relinchó molesto. Potter frunció el ceño, el pensamiento de que no era momento de que el animal se pusiera todo valiente cruzó su mente.

—Huye —susurró Harry a la criatura. No podían quedarse juntos. El potrillo se quedó viendo al pequeño mago como si no entendiera sus palabras o la situación—. Huye, joder —repitió, esta vez más alto.

—Harry Potter, el niño que vivió —dijo el encapuchado con deleite—. Qué sorpresa verte aquí.

El aludido se quedó quieto, su parpadear se volvió menos constante y la duda de por qué el desconocido sabía su nombre vino a él. Por lo general las personas lo reconocían como el salvador del mundo mágico una vez que veían su cicatriz en la frente o lo escuchaban presentarse; los magos y brujas poco sabían de su apariencia.

—¿Quién eres? —preguntó después de unos instantes Harry.

Recibió por respuesta una macabra risa.

—Tu peor pesadilla.

—¿Una imperfección en la nariz? He estado temiendo desde hace tiempo que me salga un grano ahí, en la adolescencia las hormonas provocan que las glándulas sudoríparas... —Harry no termino su frase, tuvo que levantarse de golpe y alejarse del lugar en el que estuvo tirado por largos e intolerables minutos debido a que una maldición fue lanzada en su dirección. Vio un brillo rojo golpear el suelo con fiereza. "Mierda", pensó el niño.

A la primera maldición le siguieron otras tres. Harry dio la media vuelta a prisa y empezó a correr, sintió a Veratrum tensarse a su alrededor para sostenerse mejor y no caer en medio de la huida.

¿Qué pasa? —siseó la serpiente.

Nos atacan, Vera —dijo Harry sin miramientos.

El unicornio que previamente se negó a escapar ahora corría a su lado.

—¡No me sigas! —gritó Harry en medio de la desesperación—, ¡¿acaso nunca has visto una película de terror?! ¡Los guapos siempre mueren primero, ambos somos hermosos y nuestras probabilidades de ser hechos papilla se multiplican!

El potrillo hizo caso omiso a la declaración de Harry y siguió trotando al lado de éste. El niño echó un vistazo sobre su hombro. Las maldiciones seguían siendo lanzadas a su alrededor, su victimario también corría con la esperanza de alcanzarlo, esquivando con facilidad los obstáculos naturales.

Harry se lamentó. Sólo a él le pasaban esta clase de cosas. ¿Qué diablos con el Bosque Prohibido? ¿De dónde había salido aquella persona que parecía haber decidido de buenas a primeras que tenía que ser eliminado a base de dolorosos hechizos?

Encantador de serpientesWhere stories live. Discover now