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—¡Mi mejor amiga acaba de irse, deshecha! y no tengo idea de porque! ¡No tengo tiempo para jugar contigo!

—¿Qué dijiste?

Goku había quedado frio tras aquella declaración, ¿Qué quería decir con que se había ido? ¿Fue abandonado un día antes de la fiesta de compromiso? , necesitaba respuestas. Una explicación a tal partida que su prometida había emprendido, que de ser una fuga, juro traerla de regreso aunque tuviera que buscarla bajo cada roca. Deduciendo los motivos que harían huir a Milk sin encontrar ninguno, al menos para él, y con el ruido incesante de dos personas discutiendo a viva voz no ayudaban en lo absoluto.

—¡Mujer, ya cálmate! —Vegeta gritaba para imponer orden mientras intentaba ayudar a la amiga de su prometida, quien se había precipitado contra el suelo, minutos antes, en su torpe e imprudente esfuerzo de correr tras un carruaje en movimiento.

—¡No me calmo! —Fuera de si, Bulma empujó a Vegeta, haciendo esfuerzo tal que resintió su tobillo lastimado. —¡Un caballo, ahora! —ordenó la peliazul, ignorando el dolor que invadía su pie.

—¡Tu no irás a ningún lugar, en ese estado y menos sola!

En medio de la discordia, el mozo encargado de los equinos no tenía idea de a quien obedecer, si al guerrero que amenaza con asesinarlo si se atrevía a entregarle las riendas del caballo a la señorita; o a la joven peliazul que era la hija del herrero personal de la familia Real. Ambos personajes célebres y con poder se disputaban el mando a voces.

—¿Dónde piensas ir?  —Vegeta, atónito frente al bullicio que aquella mujer estaba causando intento razonar. Pero no le funcionó, finalmente tantos desplantes que le había provocado a quien fuera su acompañante le estallaron, por primera vez, en su cara.

—Y yo pregunto: A usted señor, ¿Que le importa? —La frase era literalmente un insulto, Bulma sin medir su comportamiento y sin pensar en su posición declaró una ofensa grave a un guerrero. Guerrero que escaneaba los alrededores para saber si nadie la escuchó decir semejante barbaridad que mancillaba su dignidad.

Menos mal no encontró a nadie, por lo que su reputación no se vio ultrajada a ojo público.

《Yo personalmente me encargaré de los modales de esta niña mimada》Juro con el orgullo herido, que la disciplinaria como debieron hacerlo en su casa.

Mientras aquella riña parecía no tener fin, Goku por un impulso de dolor y desesperación, agarró de los hombros a la peliazul para luego zarandearla con nada de delicadeza y siendo indiferente a las quejas de dolor que Bulma emitía grito: —¡Explicaté! ¡¿Qué fue lo que pasó?! ¡¿Dónde fue Milk?!

Presionada por la fuerza que ejercían las manos del guerrero la peliazul se asustó, era un agarre firme y duro, que parecía querer romperle los brazos en cualquier momento.

—¡Suelteme! —Pedía la joven, pero no podía librarse, cerrando los ojos para no ver a su agresor, siguió forcejeando para librarse. —¡Ya suelteme!

—¡Kakaroto! —Al ver a su amigo cometer un acto de locura, Vegeta intervino sujetando a un descontrolado Goku para separarlo de la joven, antes de que pudiese causarle un daño severo, y alejandose de Bulma arrastro a Goku a que recuperase la cordura.

—¿Por qué haría eso...? —Repetía Goku sin poder asimilar lo sucedido.

Pero Vegeta si suponía lo que pudo haber pasado ya que a diferencia de Goku, quien era más lento en estas cosas y le tomaba su tiempo entender los sentimientos de otra persona, Vegeta era más frío y calculador, siempre midiendo cada paso, meditando sus posibles resultados, siempre con una idea clara.

Pero Goku no comprendía, o simplemente no quería darse cuenta.

—Asumo que te vio apartarte con la mujer esa... —Con voz acusadora, Vegeta inicio su posible suposición. —Te dije que no fueras con ella, pero eres un cabeza hueca como siempre. 

UN SENDERO DE FLORESWhere stories live. Discover now