Capítulo 4: La Rosa del Diablo

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"Estas semanas no han sido como yo las esperaba. Paula y yo ahora hablamos más a menudo. He aprendido mucho. Me sorprende todo lo que sabe sobre los monstruos, sobre todo lo que me cuenta de... el Leviatán. Hace poco llegamos a la costa este, donde antes era Maryland, oh eso creo no estoy segura. Ahí había un portaaviones esperando a la caravana de tanques maser para llevarlos por el Atlántico. El coronel Cyrus dejó nuestra embarcación para abordar el portaaviones. 

Hay muchas cosas que aún le quiero preguntar a Paula, pero hay una que no puedo recordar. De seguro me acordaré después de escribir esto o quién sabe."

- Cameron Wells

Era un día como cualquier otro sobre el océano atlántico

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Era un día como cualquier otro sobre el océano atlántico. El cielo azul se reflejaba en las aguas claras, nubes que de vez en cuando tapaban el sol y el viento fresco que les pegaba en toda la cara a Cameron y a Paula. Ambas estaban en la cubierta viendo el mar donde un grupo de Mandas, criaturas con apariencia de dragones asiáticos, nadaban junto a ellos. Saltaban y refunfuñaban cada vez que asomaban sus bigotes a la superficie. El portaaviones estaba a la defensiva, aunque los monstruos ya los habían estado siguiendo desde hace ya un rato, sin ningún indicio de agresividad. 

—Si saben que no nos van a hacer nada ¿Verdad? —dijo Cameron mientras veía al buque.

—Es probable, pero no se quieren arriesgar. Después de todo, son lo suficientemente largos para constreñir un navío de ese tamaño —dijo Paula.

— ¿Constreñir? —preguntó Cameron.

La Doctora soltó una pequeña risa.

—Ya empezamos con las clases de biología ¿eh? —dijo Paula mientras se acomodaba los lentes. Cameron sonrió quitándose el cabello del rostro.

—Bueno. Como lo hacen las serpientes, los Mandas se enroscan en sus presas para matarlas. Esto, además de asfixiar a sus víctimas hasta la muerte, le ayuda a romper la coraza de los Ebirahs y Ganimes, así también con el caparazón de los Kamoebas. Esta técnica se aplica tanto en el agua como en tierra. Lo han hecho con edificios y con embarcaciones por un largo tiempo, así que es entendible mantenerse alerta —explicó Paula.

De pronto, uno de los Mandas salto al lado de la embarcación con la gracia de una ballena. La escena parecía andar en cámara lenta. El sol reflejó sus escamas pintando la cubierta de un hermoso verde turquesa y hacía que las gotas de agua pereciesen cristales. Cameron abrió los ojos como platos, mientras que la Doctora dibujo una gran sonrisa en su rostro. 

¡¡SPLASH!!

Ambas cayeron al piso por semejante chapuzón.

— ¡¿E-estas bien, Paula?! —dijo Cameron empapada.

— ¡Wow! ¡Eso fue asombroso! ¿Verdad que sí? —dijo Paula poniéndose de pie.

—Lo que tu digas —dijo Cameron. La Doctora le ayudo a levantarse, pero justo después se resbaló y volvió al suelo.

Godzilla: End of Times (Vol.1)Onde histórias criam vida. Descubra agora