Blanco y Negro.

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Las flores de cerezo caían de los árboles con cierto baile grácil en esa fría mañana. Aún prevalecía la oscuridad, pero unos rayos de sol empezaban a asomarse por entre los espacios de los edificios en el horizonte.

Algunas personas ya transitaban en las aceras aledañas al parque donde Chou Tzuyu trotaba a esa hora del día. En sus auriculares sonaba algún éxito pop de, al menos, dos décadas antes, aunque ignoraba este dato, sólo había llevado su teléfono y auriculares para no tener que prestar atención a los demás o a su entorno. Era de las pocas cosas que descuidaba a decir verdad, pero lo que tenía que pensar era lo suficientemente importante para dejar de lado todo.

Sana. Sana. Sana. Minatozaki Sana era lo que figuraba en sus pensamientos. No era para menos cuando la noche anterior había aceptado ser la novia -no novia en realidad- de la japonesa. Esa decisión le valió estar donde estaba su mente ahora mismo, necesitaba calma para pensar bien las cosas y con la chica en cuestión rondando por ahí, no podía meditar muy bien que digamos. Parte de la magneticidad que tenía Sana, era acaparar la atención de Tzuyu, ya sea para cuidarla o simplemente no poder desviar su atención de ella. Otra cosa a consideración era que en la calidez de su apartamento se sentía sofocada con tanta cosa pasando por su cabeza y le gustaba lo fresco de la mañana a esta hora. Si empezaba a resentir la temperatura baja sólo debía ponerle más empeño al trote para regular su temperatura.

Ser novia de Minatozaki Sana pensó leyendo lentamente y a través de su mente esas cinco palabras. Eran pocas, pero tenían su propio peso. Para ella no era algo de sólo decir y listo, sentía que habían más cosas entre líneas a la hora de formar una relación. El problema era que nunca había tenido la intención tan clara de tener una relación como tal con su mejor amiga hasta que esta se lo propuso recientemente. Lo único positivo que podía haber y que aunque no le convencía lo que iban a hacer, era que Tzuyu ya era alguien cercana a Sana. No debe ser tan distinto ser su amiga que su falsa novia, eso espero.

Paró su ejercicio matutino cuando su celular vibró en su bolsillo. Si bien deseaba despejar su mente de esa forma sana, no quería tener un dolor insoportable de piernas más tarde o no poder ir al baño sin sentir la necesidad de usar una andadera para levantarse. Pero antes de volver a su hogar, tenía que hacer una parada.

***

Labios en labios, besos seguros y abrasadores, una manos expertas tomando su cadera, sus propias extremidades rodeando el cuello de la otra chica para acortar la distancia de sus corazones y de sus... ¿Tzuyu?

— ¡Sana!

El grito en su oreja la trajo del mundo de los sueños en menos de lo que podía afirmar que Ko Munyeong era el amor de su vida.

Abrió sus ojos y se encontró de frente con una recién duchada Tzuyu, en sus labios se formó una sonrisa ante lo que ser formó en su mento y que no iba a dudar en decirlo.

— Espero no estuvieras haciendo nada cuestionable sin mí, chica mala —abrazo su almohada y frotó su mejilla contra la almohada sin tener intenciones de levantarse—. También espero que lo haya sabido mover muy bien.

— Vamos, debes ir a trabajar.

Por parte de la japonesa solo obtuvo un quejido como respuesta, intentó moverla un poco por la parte de su hombro, pero el resultado fue el mismo. Tzuyu sabiendo cómo podría ser Sana al momento de tener que despertarla había llevado su "kit de emergencias" para chicas con mejillas de ardillas y un poco -muy- holgazanas.

˗ˏˋ BFF ˎˊ˗ [Satzu]Onde histórias criam vida. Descubra agora