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— Weon, ¿qué chucha te pasó?
JiMin entra a la casa del TaeHyung con las piernas temblorosas, la gota gorda corriendo por el caracho, la mochila cayéndole de la espalda y una bolsa de plástico de los chinos colgando de la mano. Se toma la molestia de saludarlo con un beso en la mejilla, algo común en ellos, y corre detrás del portón de madera hacia la cocina, dejando su mochila en el suelo y agachándose con las manos en la cabeza teñida de rosa guagua.
Pasaron unos segundos en los que el JiMin simplemente permaneció en silencio, hasta que la voz le salió de los pulmones en una risa desquiciá. TaeHyung cerró el portón y entró a la casa para agarrar la bolsa de los chinos. Ahí estaba el queque, medio molido y con el paquete abierto, pero un queque al fin y al cabo. JiMin se seguía cagando de la risa (claramente nervioso) antes de levantarse y tomar asiento en la mesa del comedor con paredes rojas y altas.
— Yapo, Jimin, ¿qué wea? — le insistió el amigo mientras ponía el queque en un plato e intentaba cortar la masa en rodajas gruesas, de ésas que te sirven los abuelos en la sobremesa. El nombrado se reía aún, incluso si no tenía aliento.— ¿Tecito?
— Na, na, ésto amerita cerveza, culiao.
— ¿La trajiste?
—Pásame la mochila. — le pidió el cabro, y cuando tuvo el objeto en sus manos, abrió el cierre y sacó un pack de ocho cervezas ligeras, como para empezar el carrete, mezcladas con jugo de limón. Una Lemon Stones de toda la vida, pa los que me entienden.— Toma, beibe.
— Gracias, bebecito. Ya, dime, — TaeHyung se sentó a su lado, y puso el plato con queque encima de la mesa de vidrio. La iluminación era pobre incluso con la lámpara de la cocina prendida, pero le agegaba el toque a la situación. Se miraron a los ojos mientras abrían sus latas de cerveza y JiMin tomaba una de las rodajas de queque molido entre sus manos llenas de anillos del chino.— ¿qué chucha pasó? Me mandaste ése audio de tí corriendo y gimiendo como perra en celo y creí que te había perdido, mijo.
JiMin seguía riéndose, nervioso, y negó con la cabeza: dejó la lata de cerveza encima de la mesa, y mientras se echaba todo el queque a la boca de una, hurgó de nuevo en su mochila y sacó una bolsa Ziploc con...
— Chetumare, ¿por éso te demoraste tanto? — TaeHyung le quitó la mota de las manos, observando las hojitas y brotes secos tras el plástico, listos para que se enrolaran un blunt e irse en la pálida. JiMin asintió y su amigo llevó la mano con la lata de cerveza a su pecho, expresando de aquella forma que estaba tocado.— Pero, ¿cómo?
— Tuve que pasar a la casa del Mauri Kim...
— ¿¡El profe de filosofía vende de la wena!?
— ... y queda a la chucha, vive en Maipú. Los profes siempre viven en Maipú, no sé qué wea. Yapo, pasé a la casa y me presentó a su pareja, se llama Samuel. Vivimos rodeados de homosexuales. Me hicieron sentarme y compartieron no sólo a ésa wawa, si no que... — de nuevo ingresó la mano a la mochila, sacó un par de calcetines de Sonic Potter y puso encima de la mesa otra bolsa Ziploc, pero las hojas de éstas eran más amarillentas.— Me regaló una Y Griega porque le caigo bien.
