Capítulo 9

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La reunión ha durado más de lo previsto y, encima, antes de entrar en la misma me he olvidado el móvil en mi mesa. Miro el enorme reloj blanco con manecillas negras que tenemos colgado de la pared principal de nuestra sede y me da un vuelco el corazón.

Las nueve y media.

Se suponía que tenía que estar en casa hace una hora.

Jungkook estará muy preocupado. Y enfadado.

—Jimin, espera un segundo.

La voz de Taehyung me detiene y, cuando lo miro, lo veo cargado con el portátil y prácticamente persiguiéndome.

—Lo siento, tengo...

—Jungkook me ha mandado un mensaje al móvil durante la reunión —me interrumpe—. Tú no le contestabas —añade, mientras se saca el teléfono del bolsillo—. Le he contestado y le he dicho que estás bien. ¿He hecho mal? —me pregunta, al ver que abro los ojos.

—No, por supuesto que no —le aseguro. Bastante tiene Taehyung con lo suyo como para que ahora lo preocupe—. Gracias por enviarle el mensaje.

—Vamos, vete —me dice, tocándome levemente el antebrazo—, ya recogeré yo todo esto. A mí no me espera nadie subiéndose por las paredes.

—Creía que tenías una cita con Jung Hoseok.

—No, la ha anulado. Me ha dicho que me llamará esta noche para explicármelo. —Se encoge de hombros y sé que esa respuesta no es toda la verdad—. Vamos, vete. Estoy bien.

—De acuerdo —acepto, porque estoy impaciente por ver a Jungkook—. Pero mañana vamos a comer juntos y me lo cuentas todo.

—Está bien.

Le doy un beso en la mejilla y, antes de marcharme, me detengo en mi mesa para coger el bolso y el móvil.

Efectivamente, tengo un par de llamadas perdidas de Jungkook y cuatro mensajes también de él. Leo los dos primeros por encima, me pregunta dónde estoy y si voy a tardar. El tercero es para decirme que Taehyung le ha confirmado que estamos en una reunión y que voy a llegar tarde. El cuarto dice:

Entra en casa y no digas nada. Yo te diré lo que tienes que hacer. Te quiero.

Te quiero.

Él nunca expresa así sus sentimientos hacia mí, sé lo mucho que le cuesta decir estas cosas. Desconfía de esas palabras, le parecen inadecuadas para definirnos y al mismo tiempo le dan miedo. Las considera una trampa, aunque adora —y le hace perder el control— que yo se lo diga.

A mí me gustaría que él pudiera expresármelo más a menudo, que pudiera mirarme a los ojos un día cualquiera y decirme sencillamente «Te amo». Mi alma se muere un poquito cada vez que veo que lo intenta y que, sin embargo, las palabras no logran salir de sus labios.

Pero ese día llegará, confío en nosotros y sé que llegará.

Tengo la sensación de que hoy no ha podido evitar decirlo y se me acelera el corazón. Desde que Jungkook se despertó del coma después del accidente, han sido muy pocas las ocasiones en que ha querido, o necesitado, tomar el control, y tengo el fuerte presentimiento de que esta noche es una de ellas.

Noto una gota de sudor resbalándome por la espalda y me tiemblan las piernas al entrar en el taxi. Digo la dirección y luego trato de respirar despacio para así intentar reprimir (en vano) mis ganas de estar con Jungkook.

Bajo del taxi y saludo al portero de nuestro edificio sin detenerme a hablar con él. Es un hombre encantador, pero esta noche no puedo darle conversación. Aunque el mensaje de Jungkook sonaba autoritario, sé que lo ha escrito así porque me necesita... tal vez casi tanto como yo a él.

Un día más - |Kookmin| #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora