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No es fácil.

Al día siguiente de lo ocurrido, nada parece ser tan fácil para JiMin. Y no es que YoonGi le dijera algo que no sabía en primer lugar.. es solo que le ha costado volver a saber que nadie le quiere de la forma en que lo desea.

No lloró durante la noche. Soportó el apretón en su pecho y el ardor en sus ojos, solo porque ya no quería discutir de alguna forma, con la única persona que le estaba dando la mano a pesar de no poder darle más de lo que él quería.

YoonGi nunca le había mentido después de todo.

Pero ahora, frente al espejo de cuerpo completo, los ojos hinchados de JiMin no le permiten ni apreciar ni disfrutar de su ropa nueva y bonita. El color pastel de su camisa parece ser opacado por sus sentimientos confusos y tristes y sus nuevos pendientes largos no hacen otra cosa más que tintinear cada vez que tiene que frotarse el rostro para intentar borrar el rastro de sus lágrimas. Sabe que tiene que dejar de llorar, porque cuando YoonGi llegué le verá de aquella humillante forma y probablemente intentará brindarle algo de apoyo, de la forma un tanto brusca que él tiene.

Es estúpido siquiera imaginar que ese hombre se podría enamorar de un chico que le fue impuesto a la fuerza. Pero JiMin lo desea tanto que le asusta.

¿Cuando pasó?

Estaba cayendo tan rápido por alguien que nunca le vería como deseaba.

Dos toques a su puerta fueron suficientes para sacarlo de sus caóticos y abrumadores pensamientos y se apuró a aclararse la garganta para responder.

—Señor, su madre le espera.

Seguidamente, sus ojos se abrieron un poco más y murmuró para sí mismo.

—¿Por qué la dejaron pasar? —Respondió en automático y aunque la puerta de su habitación seguía cerrada, JiMin podía imaginar la sorpresa de la empleada ante sus palabras. —Dile que espere un poco. —Finalmente dijo, haciéndose a la idea de que tenía que verla.

Peor aún. Que triste relación tenía con su madre, si se estaba negando a verla después de meses.

Secó sus lágrimas rápidamente y ocultó sus ojos con unas gafas de sol, buscando una buena excusa que darle a su madre, cuando ella preguntara el motivo de las gafas. Lo último que deseaba era decirle la verdad y que terminara por reírse de su propia estupidez.

Antes de salir, se acuclillo y rebuscó en su mesa, contando el dinero que tenía y que probablemente su madre exigiría. No era mucho, porque después de todo nunca gastaba efectivo y las tarjetas estaban cargadas, pero no para sus padres. Si YoonGi se enteraba de que una de sus tarjetas había caído en las manos de sus progenitores, las cosas no estarían nada bien en esa casa.

Tomando el dinero, lo guardó en su bolsillo y se levantó de nuevo, echando un vistazo a su habitación antes de salir a tropezones.

Su corazón latía con fuerza, mientras bajaba las escaleras y obtenía una mirada fugaz de la mujer que le dio la vida. JiMin supo que no estaba feliz de estar allí, porque visitarlo no era un lujo a menos que obtuviera algo de su interés y las cosas fueron peor, cuando ella regresó la mirada y escaneo su atuendo.

—Que ridículo. —Murmuró, antes de suspirar y dar una larga mirada al pasillo vacío.

JiMin llegó hasta ella y se mordió el labio, tirando de su camisa de manga larga.

—No me interesa, JiMin. Solo estoy aquí porque no me respondes las llamadas y el imbécil de YoonGi canceló nuestras tarjetas. A este punto no tendremos para pagarle a los empleados y tu empresa, por la que se supone debes velar, se irá al infierno.

JiMin apretó los labios, asintiendo y desviandose hacia el sofá más cercano. De un momento a otro las piernas le dolían.

—No sé, no sé. —Su madre continuó, echándose el cabello ondulado hacia atrás, luciendo tan hermosa ante sus ojos pero tan.. tan lejana. —No sé qué demonios hice mal contigo, cuando lo único que hice fue parirte, darte educación, comida y todo a cambio de algo tan miserable pero tan aparentemente imposible para tu estúpida cabeza.

Sus gritos llamarían la atención de todos en esa casa, JiMin lo sabía. Pero es que no podía hacer más al respecto, cuando ella estaba así de enfadada.

—No puedo hacer nada, lo siento mamá. —JiMin murmuró, apegándose más al asiento. —Realmente no se c-como funcionan las cosas y.. YoonGi tiene sus motivos, perdón pero.. pero ustedes estuvieron gastando su dinero y..

—¿Y a caso crees que me importa lo que él piense?

JiMin observó los pasos de su madre, antes de que llegara hasta él y lo tomara del cabello sin inmutarse. Su cabeza se movió brusco, mientras su madre tiraba de él con fuerza, hacía adelante y hacia atrás.

—Lo único que tenias que hacer era controlarlo. Te casamos con él por una única razón y esa era porque creímos que valias algo y que por lo menos le fueses de un poco de utilidad, lo suficiente como para que tuviéramos nuestra maldita vida un poco más cómoda. —Ella escupió, tirando y tirando. —Pero no sirves para nada.

JiMin sollozo ante el dolor y la humillación, usando ambas manos para intentar salir del agarre, mientras la fuerza de su madre parecía ser la suficiente como para hacer que su cuerpo se moviera al ritmo de los jalones.

Cuando los tirones se detuvieron y su cabello fue liberado, JiMin jadeo con dolor ante la bofetada que le siguió. Se había sentido tan humillado y triste, como si todo se le estuviese juntando.

Cerró los ojos bajo las gafas y decidió que no importaba si tenía los ojos hinchados más tarde, porque ese sería el menor de sus problemas a partir de ese día.

—Te voy a dar unos días, JiMin. Solo unos días para que hagas que ese pedazo de estúpido, pague a los empleados o de lo contrario voy a venir aquí y le diré tu secretito, ese que tanto guardas y del cual no estará muy orgulloso de saber.

JiMin se congeló ante las palabras y buscó la sonrisa de su madre.

—Unos días, JiMin. Nada más que eso o de lo contrario, vamos a ver si a YoonGi le quedan ganas de seguir defendiendote.

JiMin aguardó hasta que el sonido de sus tacones desaparecieron de la sala, antes de arrojar las gafas a un lado y soltarse a llorar como el niño asustado que era.

Más que esto © YoonMinWhere stories live. Discover now