❛Eternidad❜ ;;Princesa Encantadora

VIII

Había terminado el té para Claude, estuve media hora intentando saber cuales pegarían con los gustos de él.

Al final, terminé eligiendo uno suave que no sea demasiado dulce, ahora iba camino a su cuarto con una bandeja.

-Tok tok-

Toque la puerta del cuarto del rubio y mire a Felix, el cual me alzaba el pulgar en signo de aprobación.

—Buena suerte, Princesa–.

No la necesito.

—Uhm, pase –una voz fría se escuchó al otro lado, dándome permiso de abrir la puerta–.

Bueno, tal vez si la necesito.

El huevo había sido mandado a arreglar su vocabulario, no lo iba a soportarlo hablando de esa manera.

Puto cerdo.

—Gloria y bendiciones a Su Majestad, sol de Obelia–.

No iba a tratarlo como mi "padre", mucho menos como mi tío. Al ser uno de los objetivos de captura, necesitaba conquistarlo.
No será menos incestuoso, pero me quita un poquito de culpa.

El solo me miró e hizo una seña de que me acerqué, se encontraba acostado en el sillón con su típica pose de Dios griego.

A la mierda la culpa.

—Su majestad, acá traje el té. ¿Prefiere tomarlo acostado en su cama? –.

—¿Lo hiciste tú? –ignoro mi pregunta y me miró expectante–.

¡Sí! Felicitame, no evaporice el agua o queme la cocina.

Un poco más y voy a Máster Chef.

—Si –.

Sus ojos tomaron un pequeño brillo, sonriendo levemente.

Este pequeño momento de mi vida se llama felicidad, siendo que el comer chocolate es el paraíso.

—Bien, probemos si funciona. Si no ¿debería darte un castigo? –.

PERO QUE MIERDA TE PASA, QUE SOLO ES UN TÉ.

Me quedé callada mirándolo con una ceja alzada, guatafac.