Cuarta ruptura.

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19 de octubre.

Chenle y Jisung habían empezado a salir poco después del incidente con Jeno. El menor decía que le había gustado el otro por un tiempo y Chenle, él simplemente se enamoraba rápido.

Para él, el alto era su lugar seguro. Siempre lo mimaba y llenaba de cariño, cariño que le faltó a Chenle en su anterior relación.

No era raro verlos juntos fueran donde fueran, o que el pelirrojo pasase la mayoría de tardes en casa del menor.

Ese día, el chino se encontraba en la casa del otro. Estaba tumbado, con la cabeza encima de sus piernas, mientras el menor jugaba a un videojuego y le contaba sobre su día.

—Lele —usó el apodo por el que siempre lo llamaba— Necesito... —pareció buscar las palabras adecuadas— Necesito hablar contigo.

Chenle se incorporó mirándolo, su cara expresaba preocupación.

—¿Está todo bien? —preguntó.

—Sí, supongo. Todo está bien.

—¿Supones?

—Bueno, creo... Creo que deberíamos dejarlo.

—¿Qué? ¿He hecho algo mal? ¿Soy demasiado pegajoso? —Chenle habló rápido.

—No, Lele, no has hecho nada mal —acarició su mejilla—, no te tortures a ti mismo. Ha sido mi culpa.

—¿Tu culpa? ¿Qué ha pasado?

—Es que, ya no siento lo mismo, Chenle. Y lo siento mucho, pero tenía que decírtelo antes de que la situación se volviera mala porque me decepcionaría a mí mismo si no pudiera seguir siendo tu amigo —sentía que el menor iba a llorar.

—Está bien, Sung, podemos seguir siendo amigos —intentó tener una voz tranquila para calmar al menor y no mostrar sus ganas de romper en llanto ahí mismo.

—¿Seguro?

—Sí —sonrió suavemente—, vamos a hacer esto, ahora me iré, dejaré que calmes los nervios que te ha creado decirme esto y ya hablaremos luego, ¿vale? No estoy enfadado ni nada.

—Eres un ángel, Chenle.

Sonrió una última vez antes de salir de la casa. Las lágrimas se acumularon en sus ojos y mejillas. Lloraba sin control, su lugar seguro, su mejor amigo, lo había perdido todo.

🕓

Una palabra, más bien, un nombre apareció en su mente. Renjun. Se encaminó hacia el taller del pequeño chico y entró en cuanto llegó. No vio a nadie dentro así que simplemente se quedó viendo la tienda. Había tantos tipos distintos de relojes y engranajes.

—Empiezo a pensar que eres algo propenso a que te rompan el corazón —habló el castaño saliendo desde la parte de atrás.

—No es nada, he aprovechado para venir a verte —esbozó una sonrisa triste.

—Eso es nuevo —rió suavemente—. Anda, dejame comprobarlo porque te conozco.

Chenle extendió la caja con miedo hacia el mayor, quién la abrió nada más tenerla en las manos.

—Lo que me suponía, un desastre —intentó aligerar el ambiente con su tono de voz. Luego, pareció pensar—. Tengo las piezas para arreglarlo en la parte de atrás, ahora mismo vengo.

🕟

El pelinaranja esperó pacientemente a que el otro saliera. Escuchó un golpe y miró hacia la puerta del pequeño almacén preocupado. Renjun estaba apoyado en el marco de la puerta, una de sus manos agarrándolo.

—Estoy bien, estoy bien —afirmó—, solo me he tropezado.

—Yo seré propenso a que me rompan el corazón pero tú eres un torpe.

El castaño rió, entregándole la cajita de vuelta.

—No ha sido tan grave como esperaba, pero sí ha afectado a una pieza importante. Estás de suerte porque justamente tenía una de excelente calidad detrás.

—Muchas gracias, Renjun, de verdad que eres un sol.

—No digas tonterías, anda, es simple vocación —un pensamiento pasó por su cabeza y no tardó en decirlo—. ¿Tienes algo que hacer ahora?

Chenle observó al otro con curiosidad por la repentina pregunta.

—No, ¿por qué?

—Bueno... Me quedan un par de horas para cerrar y si te apetece podrías quedarte un rato dándome conversación.

—Claro, claro —dijo rápidamente cuando procesó las palabras—, sería genial.

Y esa fue la primera vez que ambos se perdieron entre palabras, perdiendo la cuenta del tiempo que llevaban hablando.

Clocks {Renle}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora