Epílogo: Reparación.

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3 de febrero.

Chenle aún recuerda ese día de hace un mes. Tuvo que llamar al servicio de emergencia rápidamente y se llevaron a Renjun en ambulancia. No tenía forma de contactar al chico y aquel taller llevaba sin ser abierto desde el día del accidente.

Por su mente aún rondaban aquellas últimas palabras que le había dicho el mayor. ¿Cómo se supone que se tenía que encontrar después de aquella confesión, y más aún cuando no tenía noticias de él?

Pasaba todos los días por el pequeño local con la esperanza de que un día estuviese abierto y el castaño se encontrase allí.

Aquel día después de la hora de comer no fue una excepción. Pasó por el parque desde donde se veía la pequeña tienda. Sus piernas dejaron de funcionar cuando se percató de que la luz estaba encendida. Intentó no emocionarse demasiado, podía ser cualquier persona, pero antes de darse cuenta ya había corrido hacia la puerta.

La abrió lentamente, escuchando aquel acogedor sonido de campanitas al entrar. Allí estaba, se dio la vuelta al oír la puerta y le dedicó una sonrisa suave. Sus ojeras seguían algo presentes y se cuerpo se notaba algo más débil a simple vista, su pelo castaño había perdido algo de brillo pero ahí estaba, sonriéndole.

No pudo evitarlo, corrió a su encuentro. Le abrazó de tal forma que casi caen ambos al suelo. Sintió como, después del susto, el mayor correspondía a su abrazo.

—No vuelvas a asustarme así en tu vida.

—¿Alguien me ha echado de menos? —preguntó Renjun soltando una pequeña risa.

Chenle asintió contra su hombro mientras notó como el mayor subía su mano para acariciarle la cabeza. Estuvieron un largo rato abrazados mientras el castaño jugaba levemente con el pelo del otro.

—¿Estás mejor? Se me están cansando los brazos —el mayor bromeó.

—Sí, sí, perdón —el pelinaranja se separó de él rápidamente—. Me alegra que estés bien. No entiendo porque hiciste aquello.

—Las piezas de mejor calidad suelo usarlas para mi mismo pero pensé que a ti te vendrían mejor. Comencé con una pieza pensando que no pasaría nada pero bueno, creo que se me fue de las manos —contestó tímidamente.

—Esto podría haber acabado peor, lo sabes, ¿no? —la voz de Chenle ahora sonaba completamente seria— ¡Podrías haber acabado con secuelas de por vida, o peor aún, podrías haber muerto! 

Renjun notó como las lágrimas se acumulaban en los ojos del contrario.

—Bueno, pero lo importante es que estoy bien, ¿no es así? —calmó al menor con esas palabras. El otro asintió mientras se secaba los ojos.

—Deberíamos hablar —habló el joven cuando volvió a su estado emocional normal.

—Estamos hablando —el mayor rió apoyándose en el mostrador.

—No, deberíamos hablar de algo en específico, como aquello que me dijiste antes de... ya sabes.

El cuerpo de Renjun se tensó, él definitivamente no quería tratar ese tema en ese momento, y preferiblemente en ningún otro.

—Olvida todo lo que dije ese día, no estaba en mis cinco sentidos y posiblemente dije muchas estupideces —habló rápidamente y casi sin respirar—, ni siquiera recuerdo las cosas que dije antes de desmayarme así que no deberías preocuparte por esos temas.

Iba a seguir hablando pero no pudo ya que el menor estampó sus labios sobre los suyos. Fue torpe y no duró más de 5 segundos pero hizo que una corriente eléctrica recorriera su cuerpo.

—Hablas demasiado —contestó Chenle ante la cara de confusión del otro—, no me trago eso de que no te acuerdas o no te hubieras puesto así de nervioso.

—Pero...

—Significa que yo también creo que siento algo por ti. Lo he comprobado este mes sin ti y no se como no me di cuenta antes.

Esta vez fue Renjun el que tomó por sorpresa a Chenle empezando otro beso. Este resultó menos torpe y duró unos segundos más.

—Puedo asegurarte que yo nunca romperé tu corazón, Chenle —habló con sus caras a milimetros.

—Lo sé, te entregué mi corazón tantas veces y nunca lo hice de la forma correcta —rió suave.



Y esa fue la primera vez que ambos sintieron que alguien podría llegar a quererlos durante el resto de su vida.

Clocks {Renle}Where stories live. Discover now