Parte 40 - Tolle

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Llegué a casa y me metí en la ducha, necesitaba que el agua envolviese mi cuerpo y poder relajarme ni que fuese unos segundos. Despejar la mente en realidad no era tarea fácil, a veces incluso no lo conseguía ni cuando me ponía a leer. Cuando algo te preocupa mucho siempre consigue hacerte pensar en ello, y era lo que a mi me pasaba. No sabía cuando volvería a ver a Walter, ni lo que le diría y eso no dejaba de rondar por mi mente.

Al salir de la ducha me até el pelo en una coleta y me senté en el sofá con una bolsa de patatas fritas, no tenía mucha hambre y lo que menos me apetecía en este momento era ponerme a hacer la cena. Además papá no cenaba en casa, tenía una cena con unos amigos así que seguramente llegaría bastante tarde hoy.

Cuando hube seleccionado la película que quería ver el timbre de casa sonó. Moví la muñeca y pude ver que mi reloj marcaba las diez de la noche, era demasiado temprano para que papá llegase ya a casa. Tal vez le había pasado algo. Me levanté del sofá y caminé hasta la puerta para abrirla. Al hacerlo, me quedé helada.

-¿Qué haces aquí? - pregunté. Las palabras salieron casi en un susurro de mi boca, seguramente no me había ni oído.

-Tenemos que... hablar. - contestó entrando al apartamento.

Sus ojos grises ni siquiera me pidieron permiso para pasar, entró y cerró la puerta detrás de él.

-No tenemos nada de lo que hablar Walter, nada si vas pedo. - afirmé cruzándome de brazos. Podía notar como crujía mi voz y el nudo en la garganta se iba intensificando más con el paso de los segundos. No esperaba verle.

-Bella, te... te quiero. - soltó empezando a caminar hacia mi.

-No mientas. - pedí analizando su compostura. Iba muy borracho. ¿Había conducido hasta aquí así? Joder, eso no era lo que tenía que preguntarme a mi misma ahora. Bella, céntrate. -¿Has bebido?

-Qué más da. - contestó metiéndose las manos en los bolsillos de su pantalón. Casi no se aguantaba de pie. -He venido a explicarte lo que pasó.

-No quiero oírlo, no necesito escuchar nada más, por favor vete. - demandé señalando la puerta.

-Bella. - me llamó con agresividad, empezando a acercarse a mi.

-No te acerques más. - pedí mientras empezaban a acumularse lágrimas en mis ojos.

-Pensamos que le ponías los cuernos - soltó un hipo. - y queríamos hacerte daño porque tú se lo habías echo a él.

-Vete. - pedí.

-¡No! - gritó. - No me voy a ningún lado hasta que hablemos. - bajó un poco la voz y yo me quedé sin aire, no le había visto tan serio nunca.

-Vete. - ahogué un grito y noté como me empezaba a arder el estómago.

Walter empezó a acercarse hacia mi de nuevo, olía a whisky, a saber cuántos se abría bebido antes de venir.

-Te echo de menos, siento haberte echo daño, ven... ven a casa conmigo, por favor. - pidió pasandose la mano por el pelo, estaba completamente alborotado.

-No voy a ningún lado Walter. - contesté. Mis ojos aguantaban los suyos, pero me dolía. Me dolía verle así, me dolía lo que había echo, me dolía quererle tanto.

-Ven a casa, nena. - me rogó tirándose de rodillas al suelo.

-No soy tu nena, ya no Walter. - respondí llevándome una mano al pecho. Se me iba a salir el corazón de lo rápido que me latía.

Tras el cristalWhere stories live. Discover now