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Jimin llevaba toda la semana sintiéndose incómodo por su hija, no lo malinterpreten, la amaba muchísimo, pero desde que ella había llegado de la visita que hizo a sus abuelos por parte de Jungkook, evitaba mirarlo directamente a los ojos y mantener una plática extensa con él. Sin contar que se sentía constantemente vigilado por la castañita. No sabía qué había pasado, si él en cierta parte olvidó una cosa importante, trató mal a su yerno que no le caía bien del todo o algo. Lo ignoraba por completo y preguntarle a Jihyo no parecía funcionar, porque lo miraba con una vergüenza que no conocía reflejada en sus mejillas.

No tenía sentido alguno.

Él no tenía un trabajo tan importante, ni constante como su esposo o suegros. Sin embargo, recibía una buena paga por cada encargo, era un asesor de empresas. En este momento estaba en la entrada de un reconocido estudio de abogados, resulta que requerían de alguien que regulara las actividades de los contadores que no habían estado manejado muy bien el dinero que digamos y para que principalmente resolviera algunos problemas estructurales que llevaban cierto tiempo entorpeciéndolos en la rapidez con la que laboraban.

No le llevó mucho tiempo encontrar la raíz del problema, solo algunos profesionales que parecían no recordar lo básico que te enseñan en la universidad, al igual que la pereza para hacer algo al respecto para solucionarlo. Hasta tuvo que decirles paso a paso cómo debían de desempeñar su trabajo.

Si ganara un dólar por cada profesional que cometía el mismo error, sería billonario, parecían unos jodidos practicantes que solo recibían órdenes y que se quedaban estancados en esa etapa, por lo que al momento de obtener un ascenso y ser ellos los que debían planificar estando a cargo de cierto grupo de personas, carecían de iniciativa y no sabían qué hacer. Eso ero lo más común de sus casos.

Fue rápido y decidió ir por algo para tomar, estaba somnoliento. No podía conciliar el sueño, ni dormir sus horas correctamente y todo era debido a un solo culpable: Yoongi. Desde la primera vez que lo vio, le removió su mundo, era demasiado hermoso y su actitud tenía ese algo que te hacía querer por más. Adictivo sería la palabra correcta.

No podía creer que después de todo este tiempo, él siguiera causando el mismo efecto en su persona, seguía dolido, por supuesto, pero no podía dejar de pensar en él. Tampoco ayudaba ver de vez en cuando a Daniel en su hogar, si bien no era tan pequeño, ni delicado como Yoongi, tenía mucho de él si hablamos desde un aspecto físico en general.

Lo odiaba por esa razón.

—¡Maldita máquina buena para nada! —Jimin escuchó como alguien se quejaba en la zona hacia donde se dirigía. Inmediatamente reconoció a quién le pertenecía esa voz. El mismo que era dueño de la mayoría de sus pensamientos.

—Parece que sigues siendo igual de impaciente —dijo con una sonrisa queriendo asomarse en sus labios—. Recuerdo que una vez por tu culpa, tuvimos que limpiar las aulas por dos días seguidos.

El doncel giró encontrando con el moreno en una pose relajada ¿Qué hacía él aquí?

—Jimin... —mencionó quedándose petrificado—, q-que sorpresa.

—También es una sorpresa para mí verte en este lugar —confesó.

—Uh, sí, disculpa por lo que escuchaste antes —Yoongi estaba avergonzado, se suponía que era un adulto responsable y andaba con tales actitudes ¡Por favor!

—No te excuses, ambos sabemos que en verdad no lo haces —Ambos sonrieron ante lo obvio.

No podían quitar la vista del otro, seguían sintiéndose envueltos, al igual que de jóvenes. Sus corazones ligeramente más acelerados, al igual que los nervios recorriéndolos por todo su cuerpo, las típicas mariposas revolotear frenéticas en su interior.

Aún te sigo amando ➳ JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora