C I N C U E N T A- y- T R E S

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C I N C U E N T A- y- T R E S

—Deberías bajar ya. Todos están aquí.

Mi abuela entra en la habitación que una vez fue mía en su casa, es mi día, veintiocho primaveras o veranos por la temporada, mis amigos hicieron una reunión en casa de los Kipling, Cathy se encargó de avisarle a Eliezer y Christopher, América invitó a Crystal y mis hermanas hicieron magia y mis amigos que había abandonado en USA están en mi pequeña fiesta, estaba de más invitar a los  Lovecraft  porqué sé que no vendrían y lo hice, bueno yo no, América. Estaba feliz, me sentía feliz. Me dejé el cabello suelto y mi vestido violeta de hombros y cuello escotado, de tirantes más arriba de la rodilla, el color me favorecía, no me alisé el cabello, tenía unas ondas naturales gracias a mi día de playa.
Todo estaba bien, excepto esta mañana cuando vino a mi casa Christine a reclamar que por mi culpa su hijo no quiere sentar cabeza con Anne. Le expliqué que no tengo una relación con el sólo una amistad unida por un hijo. Ella que antes era como una madre me trató duro y fríamente.

Luego América me dijo que la asistente del señor Lovecraft estuvo buscando un apartamento para el señor y que Aaron dejó a esa mujer sola en esa casa, luego mandó a Marta a mi casa. Fue el mejor regalo, yéndose Christine y entrando Marta con su maletas, Aaron hizo un acuerdo con ella y era que trabajaría para él pero en mi casa ayudándome con mi hijo mientras yo trabajo.

Ahora todos estamos en casa de mis abuelos celebrando mi vuelta de sol número veintiocho.

—Mamasita, eso si está bello.

—Nico tu no cambias ni porqué tu mujer esté embarazada. —así es, Alessa tiene tres meses de embarazo y me regaló esa noticia— lo que no sé es ¿Que para cuando es la boda?. —miro a Nick y a Alessa y ellos comparten una mirada cómplice y un carraspeo de Rita me dice algo.

—Pues... —Alessa toma la mano de él— tu te fuiste y nosotros fuimos a Nevada y le dije mis sospechas y aprovechados y nos casamos.

—¿No me invitaron a la boda? Y en Las Vegas.

—Ni a nosotros —se toca la gran barriga de seis meses y medio Maricruz— y ya saben ustedes —señaló a Andrés y Landon que levantaron enseguida las manos— ni se les ocurra hacer lo que ellos hicieron.

Chuy se fue a México con su familia por eso no pudo venir. Y la extrañé.

Lo pasamos bien, mis nuevos amigos se mezclaron con los viejos, mis abuelos como nunca los vi antes, se relacionaron con ellos y parecían otros. Mamá estaba algo cohibida ya que no les cae bien mis amigos, en realidad Raúl, mi hijo se encontraba jugando con Gabi y Daniel mimando y haciendo correr a Capitán el pobre perrito de mis abuelos.

Me reí, disfruté, mis padres fueron los primeros que se fueron, mis hermanas se quejaron pero cedieron, luego de bochinchar y contar anécdotas se fueron Christopher y Eliezer que tenían que trabajar el día siguiente. Nos tocaba  nosotros irnos. Mi abuela me pedía quedarme pero cuando unos se acostumbra a su casa es difícil. América se fue con su esposo Dan y sus grandiosos hijos pero antes me dijo que estaría feliz de que algún día casar a mi hijo con su hija cosa que me desagradó, me propuso algo que mi abuelo quiso hacer conmigo y no dejaría que mi hijo pasara, sí el se llega a casar que sea con la mujer que ama.
Cath llevó en su auto a Marta y a Mari con Peter juntamente con Andrés mientras que yo en mi auto luchamos con meter a Landon, Raúl y en sus piernas Rita, Nick y Alessa que llevaba en sus piernas a mi hijo.
Y cómo se preguntarán dónde está Manuel, pues a el se lo llevó Crystal imagino que a su departamento.

Había un Saab plateado que bien que era familiar y un coreano sentado en uno de los peldaños del porche, al lado estaba el auto de Cath que bajaba a su tripulación y luego de estacionar un lado al de ella, nos abajamos. Me acomodé el vestido y lo primero que escuché fue el grito de mi hijo hacia su padre, se que lo estaba pasando mal, imagino sus problemas pero es una lucha que tiene que batallar él.

IntensaMenteWhere stories live. Discover now