Sus provocaciones e insinuaciones hacen que mi cuerpo se tense, en ocasiones por incomodidad, pero la mayor parte del tiempo por la excitación que ejercen sobre mi cuerpo. Aun así fue profesional, demostrando su conocimiento y su experiencia en el diseño de exteriores. No tengo dudas que realizara junto a mi hermana un trabajo excelente. También proveerá a Allegra de conocimientos que solo se adquieren con la práctica y la experiencia de años de trabajo.
—Tome asiento donde guste. —Señalo la mesa que se encuentra a la derecha del despecho.
Mi secretaria dejo la mesa servida usando la vajilla que se encuentra en el mueble junto al minibar. Todo se encuentra reluciente y perfectamente colocado.
—Gracias. Le agradecería que evitara el usted. Me hace sentir demasiado mayor. Mi espíritu es joven y enérgico. —Logra en mí una sonrisa auténtica y vivaz.
Miguel Ángel no aparenta ser un hombre mayor. No conozco su edad con exactitud. Tiene un cuerpo bien atlético, demostrando las horas que dedica al ejercicio. Su rostro muestra pocas arrugas. Incluso las imperceptibles patas de gallo que se le forman al sonreír, muestra una belleza natural única en estos días.
—Dejare de llamarlo por usted, cuando usted deje de llamarme señorito. — Espero lograr librarme de esa palabra que atormenta mis sentidos.
—Prefiere que lo llame señor. Es muy joven, me gusta más señorito Maximiliano —dice en tono medio y sensual.
Se acerca a paso lento pero firme. Mis músculos se tensan ante su aproximación. Mi mente y cuerpo no reaccionan, mientras mi corazón late desbocado.
—Puedo sentir su corazón latir, señorito Maximiliano. —Sus últimas palabras susurradas en mi oído, hacen desaparecer toda la tensión de momentos atrás. Mi piel se eriza, electrificado cada fibra de mi cuerpo.
—Huele usted de maravilla. ¿Qué perfume usa?
«Siempre uso Acqua di Gio», pienso, «mi preferido». Las palabras no salen de mi garganta, impidiendo que responda a su pregunta. Mi mirada examina en detalle su facciones masculinas, a la vez delicadas, seguramente por el cuidado continuo que le dedica a su piel. Mi cuerpo continuo paralizado, mis brazos reposan a los costados de mi cuerpo, pero no están tensos. Más bien la sensación que experimenta mi cuerpo es extraña, una mezcla entre la excitación, el morbo y la resistencia a obtener su placer. Su respiración se acerca más a mi cuello, es caliente y húmeda, me gusta.
— ¿Que ocurre mi señorito? Perdiste el habla.
Recorre mi cuello dejando suaves besos, un pequeño gemido se me escapa. Inclino la cabeza hacia atrás dándole más acceso. Una reacción instantánea de mi mente nublada por sus provocaciones constantes.
— ¿Te gusta, Maximiliano? —Espera por mi respuesta con sus labios degustando mi cuello y sus manos palpando la zona baja de mi espalda. — ¿Dime si te gusta? —susurra alejando sus labios de mi cuello y centrando sus ojos en los míos.
Mi cuerpo y mente al final logran salir del trance provocado por la sensualidad que emana este hombre. Decido evitar su pregunta y prestarle atención a la deliciosa comida que nos espera a nuestra derecha.
—Deberíamos comer o se enfriara —expreso con la toda firmeza que mi voz logra proporcionarme.
Llevo mi mano derecha al cuello presionándolo. Mi intención es aliviar las innumerables sensaciones que dejaron sus labios en la zona.
—Está bien, comamos. Aunque esto no se va a quedar así me vas a responder la pregunta que te hice y será hoy. —Su voz firme y segura logra que mis músculos se tensen de incomodidad. Una pregunta así no se la responderé nunca. Antes necesito aceptar la respuesta.
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Sin miedo te Elijo
RomanceEn una noche, por una pequeña distracción, todo cambio. Se ha apoderado de cada uno de mis pensamientos. Las huellas de sus caricias aun erizan mi piel. Su aroma está impregnado en cada uno de mis poros. Debo elegir. No será fácil dejar atrás mis mi...