Capítulo 7

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Días como estos espero que se presenten con más frecuencia. La carga de trabajo del día ha ocupado mi mente al completo evitándome pensamientos libidinosos con mi manzana prohibida. La reunión que más tiempo de mi día me ocupo fue con la scout de la agencia. Estamos teniendo grandes problemas para encontrar uno de los modelos para la campaña de la marca SexMaturo. Todos los modelos eran demasiado artificiales. Necesitamos un modelo que a sus años mantenga la naturalidad de su físico mostrándose orgulloso de sus canas y arrugas y llevándolas con distinción y sensualidad. Confió ciegamente en Fernanda, lograra con éxito su cometido. Lo mejor de esa reunión fue que impidió la vista de Miguel, pero también la de mi hermana. Inmediatamente mi secretaria me informo, la llame. Me recibió la llamada preguntándome a donde saldríamos sin un saludo siquiera. Note en su voz mucha tristeza y decepción. Estuve a poco de cancelar mis planes, pero ella me aseguro que todo estaba bien, incluso menciono que saldría con sus amigas.  

Estaciono mi automóvil en el garaje de la casa ultramoderna de Paolo en Porta Garibaldi. Al entrar en la sala de estar nos esperan dos hermosas mujeres. Una de ellas por supuesto la prometida de mi amigo, Andrea, y la otra debe ser una amiga suya  a quien pronto conoceré.

—Chicos por fin llegan. Los estábamos esperando ansiosas —dice Andrea con una sonrisa juguetona y maliciosa.

Ambas se desprenden del sobretodo que las cubre quedando en unos hermosos ligeros, unidos a un corsé y unas pequeñísimas bragas. Deleite para nuestros ojos. Andrea lo lleva en color negro y los bordes del encaje en rojo infierno, mientras que su amiga luce el rojo infierno con los bordes del encaje en negro.

—Hola guapo —dice la amiga de Andrea caminando hacia mi persona.

—Hola preciosidad —digo tomándola por la cintura pegándola a mí cuerpo ya excitado.

— ¡Huy! —expresa al sentir mi miembro sobre su abdomen perfectamente plano.

—Amiga me permites —dice Andrea abriéndose paso para estar frente a mí —. Este guapetón me debe algunas.  —Mis cinco sentidos ahora son todos para la diosa Andrea.  

—Paguemos entonces. No soy un hombre de deudas —expreso revelando en mi tono de voz lujurioso.   

Con mis manos en sus caderas y mis labios succionando los suyos con desespero, conduzco su cuerpo hasta una de las sillones geométricos con tapicería de cuero. Sus labios, su cuerpo, sus gemidos, su sabor; lograran borrar por sus recuerdos pecaminosos de mi mente perturbada. Masajeo sus senos que forman una esfera perfecta. Sobre su corsé provocador los estimulo con movimientos lentos y suaves pellicos a sus aureolas.  Al obtener el primer gemido de sus labios, dejo a la vista de todos uno de sus perfectos senos llevándolo a mi boca. Chupo y muerdo su rosácea aureola dejándola roja e hinchada. Presto toda mi atención a su otro pezón, mientras que mi mano recorre su cuerpo deteniéndose en su sexo. Sus gemidos descontrolados avivan mi deseo. Entre besos, lametones y mordidas recorro su cuerpo deteniéndome en su intimidad. Con su braga a un lado, comienzo chupando sus labios vaginales. Mi lengua retozona gira como trompo sobre su clítoris a la vez que le proporciona algunos golpecitos. Arranco de su garganta gemidos y jadeos de puro placer. Mis dedos también entran en juego. Con solo uno de ellos en su vagina la exploro, recorriendo su cavidad excesivamente húmeda. Con un segundo dedo busco su eje interno. Lo presiono con frenesí extrayendo sus fluidos transparentes con fuerza de su interior. Convulsiona,  grita mi nombre y su ojos se pierden por el placer que aún le provocan mis audaces dedos y juguetona lengua.

Me incorporo despojándome de mi pantalón y bóxer exponiendo mi erección que cubro con un preservativo. Con Andrea recuperada y su perfecto trasero posicionado para deleite de mis ojos. Penetrándola con fuerza siento mi verga resbalar por su magnífica humedad. Paolo se posiciona delante de ella y esta toma su miembro con su boca logrando que gima. Leandro disfruta de una felación que le hace la amiga de Andrea, aun no se su nombre. Embisto a mi diosa con fuerza sacándole gemidos ahogados por el miembro de mi amigo que su boca folla sin piedad. Una de mis manos se dirige directo a su clítoris  excitándolo con movimientos giratorios mientras que la fuerza de mis embestidas aumenta. Su vagina se contrae alrededor de mi polla, arrancándome un gemido desde lo más profundo de mi garganta. Agarro sus caderas para hacer mis embestidas más profundas logrando que alcance el clímax gimiendo descontroladamente. Las contracciones constantes de su vagina arrastran a mi polla a un fuerte orgasmo con jadeos descontrolados. Al salir de ella se dirige al baño junto a mi amigo. En otro de los baños de la casa, me quito el condón usado, lo anudo y tiro a la papelera. Abro el grifo del lavamanos y limpio mi verga de los restos del orgasmo de minutos atrás. Al terminar mis pies recorren los pasillos hasta la habitación acondicionada para nuestros juegos. Es una habitación amplía con paredes de piedras distribuidas formando un perfecto mosaico. En el centro la cama redonda de madera negra y sabanas de seda roja. El techo está cubierto de espejos circulares posicionados estratégicamente. A mi derecha su encentra distintas cómodas y pequeños armarios, todos de madera negra torneada, donde se guardan los artilugios sexuales. La pared de la izquierda está destinada para la cruz de madera negra donde Paolo disfruta de sus juegos perversos. Al entrar encuentro que Leandro continúa disfrutando de la amiga de Andrea. Esta vez la penetra sosteniendo su hermoso y pequeño trasero.  

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora