Tormenta Emocional I

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¿Qué es lo que hace que dos personas creen un lazo emocional?

¿Te has parado a pensar en todas las cosas que tuvieron que ocurrir para conocer a tu mejor amigo? ¿Qué situaciones tuvieron que posicionarse milimétricamente para que alguien naciera, creciera de cierta forma, viviera cierta vida que posteriormente le generó cierto tipo de pensamiento? Que cierta genética se combinara generación tras generación para dar el tono perfecto del color de los ojos, la forma de pensamiento, incluso aquella pequeña curva junto a la boca de la persona de la que te enamoraste? Pareciera que todo está cuánticamente programado, sincronizado... una danza infinita y completa que hace que cada molécula gire y vibre en la posición adecuada para que algo ocurra... para que todo ocurra. Entonces... ¿qué tal si toda tu vida ha sido una danza universal que seduce y conduce tu vida? Tan solo buscando oportunidades... invitándote a vivir una aventura... creando la tormenta perfecta para que todo ocurra.

El día habia estado demasiado nublado para estar en Julio, ni un pequeño rayo de sol lograba filtrarse entre la espesa marea de nubes, combinaba perfecto con mi estado de ánimo...

Al ir al gran comedor para desayunar habia esperado encontrarla, pero ella no estaba ahí, la escuela ahora se sentía solitaria y silenciosa, pareciera que alguna fuerza mayor a nosotros, una magia que impregnaba el aire, no quisiera que nos encontráramos. Recorrí el castillo entero intentando encontrarle "casualmente" porque no poseía la fuerza de voluntad necesaria para aproximarme a su puerta y decir "Hola". Algo dentro de mí me decía que no habia sido normal su partida, sé que no me debía absolutamente ninguna explicación y aun así sentía que la merecía, como una especie de monstruo intenso y codicioso que busca acorralar una pequeña presa.

A veces me daba asco. Estaba siendo totalmente inmaduro al respecto.

Después de convencerme que mi comportamiento era totalmente ridículo, recordé que aún no habia comprado el regalo para el cumpleaños de Harry.

Habia estado ahorrando durante estos meses, en los que McGonagall había insistido en pagarme como profesor, aunque aún no desempeñara mis labores como tal, pero ella argumentaba que la labor de un profesor no es solo enseñar, sino apoyar, guiar y cuidar de sus alumnos, así que con toda la vergüenza del mundo, acepté. Aun así ahorré cada centavo para este momento. Tenía pensado el regalo perfecto para Harry. El habia perdido su escoba durante nuestro encuentro con mortífagos durante su traslado de la casa de sus tíos a la madriguera, su preciada escoba obsequio de Sirius y sabía que para el significaba mucho tener una, ya que era un excelente jugador de quidditch al igual que James. Así que decidí comprarle una escoba. La mejor del mercado. Esa sería la nueva Hawk Zeero.

A pesar de la terrible sombra que habia cubierto a todo reino unido y parte de Europa, el torneo mundial de quidditch no se habia visto suspendido, la final se la disputaban Argentina vs Bulgaria, desafortunadamente nuestra liga nacional habia declinado participar en este torneo. La información más importante que habia visto en esas notas del periódico deportivo, eran las maravillosas críticas que habia recibido la escoba de primer nivel que habían adquirido las distintas ligas para los mundiales. La Hawk Zeero. Y yo gracias a mis escasos ahorros y la pequeña fortuna que me había heredado Sirius al morir, decidí que el mejor homenaje para mi difunto compañero y el mejor regalo para el hijo de mi mejor amigo, era definitivamente esa escoba. La habia encargado en la tienda de artículos deportivos del Callejón Diagon, afortunadamente, así como Hogwarts, todos los lugares de concurrencia mágica volvían poco a poco a su habitual calidez y flujo de gente.

Aunque algunas personas parecían haberse vuelto más recelosas de lo normal... ya habia tenido un par de percances con algunos magos y brujas que me miraban mal por las cicatrices en mi rostro, la mayoría solía pensar que habia tenido problemas con hombres lobo y de ahí no pasaba, pero habia algunos que lograban adivinar mi verdadera condición y me agredían verbal e incluso físicamente. Yo trataba de evitar cualquier enfrentamiento, pero sería negar lo obvio que ese tipo de actitudes habían mermado un poco mi seguridad al interactuar con la gente... habia veces en las que solía sentirme terriblemente aislado. El tener siempre cuidado o restricciones por que no sabes quién puede sentirse agredido con tu condición, era como estar marcado, manchado con una tinta imposible de borrar.

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