Delicias Amargas

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La mañana siguiente desperté después de haber tenido la misma pesadilla que había contado antes; había sido horrible y la verdad, el miedo de no verlo esa mañana estaba muy presente, temía que al abrir mis ojos y analizar todo el lugar él ya no estuviera, pero siempre me aliviaba verlo tan cerca de mí.

—Oye, no haz respondido mi pregunta. —Él me miró confundido para después tragar sonoramente la cucharada de cereal que se había llevado a la boca.

—¿Qué pregunta? —Volvió a llevarse otro bocado de cereal que escurrió apenas de la comisura de sus labios.

—Ayer te pregunté si lloraste por mí y si habías dejado el club y dijiste que me dirías después. —Él suspiró sonoramente dejando de lado su desayuno. Posó sus orbes en mi rostro y lo analizó por unos segundos muy largos hasta que bajó su mirada y volvió a suspirar.

—Sí, estuve ausente éstos días en el trabajo pero ya estoy devuelta. —Exclamó con un entusiasmo poco creíble.

—Dime la verdad, ¿Qué pasó cuando estuvimos separados? —Sabía que no quería decirme pero tampoco iba a dejar que que no lo hiciera, después de todo tenía mucha curiosidad y aunque digan que la curiosidad mató al gato, a mí no me mataría.

—Pues, cuando te terminé estuve muy mal; no salía, no hablaba con nadie, tampoco quería bailar así que dejé de ir. Me sentía muy perdido sin ti; eras lo único que tenía; tú y tu amor. —Unas cuántas lágrimas resbalaron de sus hermosas mejillas sonrosadas, las limpié y sequé con amor así como lo abracé y besé por dos minutos.

—No soy lo único que tienes, también tienes a tu hermana y a tu madre. 

—Mi hermana siempre estás trabajando, ni siquiera sabía que tu y yo habíamos terminado. Y de mi madre ni se te ocurra hablar; a ella ni siquiera le importó el cómo me encontraba, es más, sólo se enfocó en que ya no iba a ese "putero" de siempre. Maldita Helena desagradecida, yo soy quien siempre hace todo por nosotros y ella sólo me mira con desprecio.

—Hey, ya no pienses en eso, My queen. Todo va estar bien. —Tom sonrió por el apodo que con tanto cariño pronunciaba; volteó a ver mi rostro y luego lo besó con lentitud.

Ok, My lord. —Seguimos besándonos; bajó una de sus manos hasta mi entrepierna que se encontraba debajo de la tela  y la comenzó a masajear con delicadeza, subía y bajaba su mano por toda su extensión, suspiré entre sus labios por su movimientos y comencé a frotarme contra su palma mientras lo besaba con más pasión. 

     No aguantamos más así que nos desplomamos en la mesa, tirando todo a nuestro paso; besé cada parte de su torso mientras que él tomaba fuertemente mis cabellos, gimiendo y suspirando por mis toques. Le quité la ropa interior que traía puesta y su erección saltó prácticamente en mi cara,  la acaricié y besé varias veces; Tom gemía con una sonrisa de satisfacción en su rostro, algo que me hizo sentir más excitado que antes. Alineé la punta de su miembro en mi boca y lo fui adentrando más y más en mi cavidad bucal hasta llegar al la base.

—Ja. Nunca me la habían chupado, menos un lord. —Exclamó titiritando de la excitación. Inicié un vaivén lento, con cuidado de no lastimarlo de alguna manera, después fui subiendo la intensidad cada vez más junto con las maldiciones e incitaciones que mi rubio soltaba por el placer. Dejé mi tarea de ahí abajo para concentrarme en una de un poco más abajo. Alineé mi miembro en su entrada después de haberla dilatado a la perfección y me adentré disfrutando de la comodidad y suavidad con la que me recibía. Al llegar a su próstata, escuché un gemido muy placentero para mis oídos que fue repitiéndose una y otra vez de mil formas cada vez que lo embestía con más y más fuerza; rasguñaba con fuerza mi espalda hasta llegar a mi trasero y apretarlo con ganas. Besé su clavícula y toda la extensión de su cuello hasta llegar a su mandíbula y dejarla con varias marcas de mis dientes; mordí sus mejillas y bajé hasta sus pezones para dejarlos completamente rojos y saltones así como se veían sus ojos en ese momento. No aguantamos más y nos venimos juntos. Ja, juntos; me gusta como suena eso.

     Apenas terminamos de hacer el amor alguien tocó a la puerta, Tom se fue a dar una ducha mientras que yo me acomodaba mis pantalones de dormir y buscaba una camisa que cubriera mi espalda y varios de los chupetones que mi rubio había dejado en gran parte de mi cuerpo. Después de encontrar una fui a abrir la puerta y detrás de ella se encontraba la linda Charlotte.

—Charlotte, hola. ¿Qué ocurre? ¿necesitas algo? —Pregunté con la garganta totalmente seca.

—Eso mismo te iba a preguntar. Escuché unos ruidos que venían de tu departamento y me preocupé; ya sabes, siempre puede haber algún ladrón por aquí aún si es el vecindario más seguro y como tu eres como un hijo para mí no quiero que te pase nada. —Apenas si pude entender algo de lo que dijo pues hablaba demasiado rápido para mi gusto.

—E-Estoy bien, no te preocupes. Sólo hacía ejercicio. —Me excusé. —T-Te veo luego, adiós. —Estaba a nada de cerrar la puerta y de deshacerme de una gran conversación incómoda cuando de repente llegó Tom duchado y vestido como siempre uniéndose a la conversación.

—¿Qué pasa? —Me preguntó después de posar su brazo en mi hombro, volteó a ver a Charlotte, a quien se le formaba una sonrisa cómplice en esa cara de mujer tierna. —Hola Charlotte. 

—Hola. Los dejo para que sigan ejercitándose. —Ni siquiera había dejado la puerta de nuestro departamento cuando comenzó a reír tan angelicalmente. Mi rubio volteó a verme, procesando todo, abrió la boca y la volvió a cerrar un para de veces hasta que por fin decidió hablar.

—La cagué, ¿verdad? 

—La cagaste. —Contesté. Nos miramos por unos segundos y nos sonreímos, luego nos besamos deliciosamente para después cerrar la puerta detrás de nosotros.

     Lo siento profesor Brown, voy a llegar tarde a clase.

Haughty QueenWhere stories live. Discover now