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Con una maleta en la mano, la mochila a la espalda y unos ojos brillantes llenos de ilusión, observaba las calles de la pequeña ciudad mientras caminaba a lo que sería su nuevo hogar y nueva vida.

Park Jimin se alejó del calor de su familia para cumplir su sueño.

Bailar y enseñar a hacerlo.

Pero como todo, siempre se empezaba desde abajo, siempre había querido abrir su propia escuela de baile, pero aún le quedaba mucho por aprender, a pesar de que con sus 25 años ya rozaba lo sublime.

Buscando en internet, una noche, se presentó una oportunidad que no estuvo dispuesto a desperdiciar.

Mandó su currículum a una escuela de baile que buscaba profesores y cinco días después se encontraba ahí, en una ciudad que no era la suya y frente a su nuevo apartamento a las afueras de la misma, sonriente.

Su casera era una mujer mayor muy amable, se puso en contacto con ella el mismo día que supo de la noticia para mudarse, después de mucho buscar al final encontró algo acorde a su economía, tenía ahorros y sus padres le ayudarían con el pago parcialmente hasta que cobrase el primer sueldo del mes, no necesitaba tampoco algo excesivo.

Al entrar observó todo con ilusión, el lugar estaba completamente reformado, los muebles eran totalmente nuevos, todo estaba impecable, éste se componía de un salón con una chimenea a un lateral, y un cheslong con una mesa de cristal en el centro, una gran televisión sobre un mueble de color blanco pulcro, una habitación grande con una cama de matrimonio, una para invitados más pequeña, un baño con bañera y una cocina pequeña pero con todo lo necesario para un par de personas.

Se encontraba feliz, por fin se independizaba, comenzaba una buena vida, aunque también le entristecía, había dejado atrás algunas cosas como a sus amigos de la infancia, los cuales les prometieron que irían a visitarlo siempre que pudieran, a su familia y conocidos.

Pero no tenía miedo, en su interior crecía la adrenalina de conocer gente nueva, adaptarse a un lugar nuevo y disfrutar de lo que más le gustaba, el baile.

La mujer le dio finalmente las llaves y con una sonrisa sincera se retiró del apartamento dejándolo solo.

Jimin corrió con sus cosas hasta la habitación y se tiró encima de la cómoda y amplia cama por unos segundos.

Miró la hora, eran las 10 de la mañana, había llegado muy temprano y su primera toma de contacto con la escuela era por la tarde.

Decidió colocar todo su equipaje, desayunar algo, y salir a visitar la ciudad.

Cogió un mapa de un puesto de turismo para ubicarse con las lineas de metro, aunque no tenía pérdida, era una ciudad pequeñita y por lo tanto tenía pocos tramos habilitados.

Visitó varias zonas de interés, mientras paseaba, se paró para observar un cartel acristalado en el centro de la plaza principal y uno de los monumentos que aparecían en él llamó especialmente su atención:

"Auditorio Haedong Yonggungsa"

Jimin observaba las fotos embobado, era bellísimo por dentro, pero parecía bastante deteriorado.

Reanudó su marcha y minutos después miró su reloj para verificar la hora, dándose cuenta de que empezaba a hacérsele tarde.

Regresó a casa con aquel lugar rondándole en la mente, no tuvo tiempo de mirar siquiera donde se encontraba, pero se encargaría de averiguarlo.

Se dio una ducha rápida, se preparó unos fideos instantáneos que compró por el camino y cargado con su inseparable mochila, se puso rumbo a la escuela.

Dear Angel 🤍 [Yoonmin/2shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora