Solo me iré

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Lunes, 4 de enero de 2021

Un mes antes de la noche maldita.

Aún después de que el celo hubiese terminado, Ethan siguió encerrado e incomunicado, ya que Elías continuaba muy molesto por lo sucedido, tanto que pensó seriamente en la idea de enviarlo a Rusia esa misma semana, sus empleados ayudaron a calmarlo y, al final, desistió.

Lunes por la mañana, antes de que su sobrino se marchara a clases, le entregó sus cosas: su computadora, tablet y un nuevo celular, ya que el otro había quedado inservible por el golpe contra la pared. Ethan se disculpó por los problemas que había causado y su relación volvió a ser la misma, para prueba, como muy pocas veces sucedía, Elías llevó al joven a su facultad.

En el patio, sus amigos y su novio lo esperaban, ansiosos de verlo.

—¡Ethan! —exclamó Mario abrazándolo con fuerza.

—Feliz año nuevo, chicos —deseó Ethan a todos—. Lamento no haber podido decírselo antes. —Todos saludaron y expresaron sus buenos deseos.

—Cuando no llegaste nos preocupamos, tu mensaje fue muy corto y nada explicativo —reclamó Isabela, mientras el grupo caminaba hasta un lugar más apartado para hablar más a gusto—. Llamamos a tu casa, tu empleada dijo que tú y tu tío habían salido de viaje a última hora. ¿Pasó algo malo?

—No fuimos a ningún viaje, ni siquiera salí de mi habitación todos estos días. Lamento haberlos preocupado.

—¿Entonces qué pasó? ¿Te castigó de nuevo? —inquirió Marco.

—No... la verdad es que entré en celo —admitió Ethan con algo de vergüenza, mirando a todos lados para asegurarse de que nadie los estuviera escuchando. Mario, que todo ese tiempo lo había estado abrazando, lo soltó de pronto y su expresión cambió de forma drástica, de feliz a frío, pero nadie lo notó.

—Ah... ¿Y estás bien? —se preocupó Adrián—. Nosotros somos betas, no sufrimos eso, pero sabemos que es muy doloroso. ¿Te sientes bien?

—Sí, ya estoy bien. Aunque en su momento fue horrible y tuve que pasarlo sin ningún medicamento. Fue el celo más doloroso y largo que he vivido nunca.

—Ethan, ¿hablamos un segundo? —pidió Mario con un duro tono de voz, lo que hizo a todos enmudecer y a Ethan preguntarse: «¿Qué hice esta vez para ofender a este novio bipolar?».

—Nosotros los dejamos, pero no olviden que las clases empiezan pronto, no se demoren —les recordó Isabela y todos se marcharon al interior del edificio.

—¿Qué pasa, Mario?, ¿te molesta algo? —preguntó Ethan y después suspiró para mentalizarse sobre lo que estuviera por ocurrir.

—¡Claro que sí! —exclamó Mario, esforzándose por no levantar tanto la voz—. Se supone que yo soy tu novio.

—Sí, ¿y? —Ethan no entendía a dónde quería llegar con eso.

—Pudiste haberme llamado, te hubiera ayudado con tu celo. Se supone que somos una pareja y ya tenemos algún tiempo de conocernos, ¿no confías en mí para ocuparme de tu celo? Sé que soy beta, pero...

—Espera —lo interrumpió—, ¿te refieres a encargarte del celo? —preguntó haciendo remarque en la palabra: encargarte para aludir al significado oculto. Mario asintió y a Ethan se le escapó una pequeña risita que enfureció a su pareja—. ¿Estás loco?, ¿llevamos juntos como un mes y ya quieres que nos acostemos?

—Llevamos dos meses juntos, el sábado pasado los cumplimos, pero ni siquiera de eso te acuerdas. Claro, si se tratara de Selim Aslan...

—Selim no tiene nada que ver, no lo metas. Y que llevemos un mes o dos, incluso un año entero, me da lo mismo. Te lo voy a dejar muy en claro —puntualizó muy serio, estaba sumamente cansado de las peleas constantes con Mario—: odio lo que me sucede en ese periodo espantoso, odio lo que le hace a mi cuerpo y, más aún, a mi mente. Si crees que mostraría eso a alguien más, es que no me conoces de nada.

El Lazo RotoWhere stories live. Discover now