only women go to heaven

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—Señorita Touré—llama el director Williams—. Señorita...

Ella reacciona momentos después.

—Q-Qué...

—Oh, menos mal que puede hablar—dice, aliviado.

Están en su oficina, el hombre no trae el saco puesto y la mira desde el otro lado de su escritorio. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

—¿Cree que pueda decirme qué fue lo que pasó?

Una nueva lágrima se desliza por su mejilla, apenas puede parpadear.

—Y-Yo... Yo llegué y en mi casillero.

El hombre la detiene elevando la mano en un gesto.

—Estoy al tanto de la situación de sus fotos intimas—interrumpe, bruscamente—. ¿Tiene alguna idea de quién pudo haber sido? ¿Alguna jovencita con la que tuviera problemas?

Ella niega.

—No...—no sabe muy bien qué tanto le conviene hablar, pero además de sentirse profundamente triste, quiere que alguien haga justicia por ella. Cosas así no podían suceder sin más. Sin consecuencias—. Fue un chico.

El director asiente.

—Un muchacho... Entiendo—se deja caer en el respaldo de la silla—. Quiero hacer de su conocimiento que nos hemos desecho de todas esas desagradables imágenes, y por supuesto, advertido a los alumnos mantener la discreción.

Siara parpadea, incrédula.

—No lo harán—lo sabe de sobra—. No van a callarse. Lo han visto todos. Han tomado fotos. Ellos hablan.

El hombre hace un mohín.

—Lamento no poder hacer más por usted, señorita Touré—dice, como si de verdad tuviera las manos atadas—. Pero creo que usted sabía de sobra los riesgos de involucrarse en ese tipo de prácticas.

—¿Prácticas?

—Hábitos de muy mal gusto que mantienen los jóvenes de ahora—su expresión es de desagrado—. Sabe a lo que me refiero. Las señoritas como usted deberían darse a respetar, no compartir su vida íntima con cualquiera.

—Yo no-

—Y además de todo eso—dice, exasperado—, ¡Cuidar la imagen de la escuela! Esta institución es respetable y habla por todos aquí.

Boquea.

—No puede estar hablando enserio—entre dientes, la fuera comienza a pintarse en su rostro—. Ethan Wright invadió mi privacidad. Tomó mis fotos y las expuso como si fuera un periódico—acentúa las partes graves de la situación—. ¡Estamos hablando de mi cuerpo!

—Por favor, no grite, señorita.

—Tiene que ser una broma.

—Me temo—comienza a decir—, que no puedo hacer nada sin tener testigos. Ni pruebas. ¿Cómo puede estar segura de que fue el señor Wright quien lo hizo?

—Él me amenazó.

—¿Tiene evidencias de la amenaza?

—¡No, joder!—dice, desesperada—. Me lo dijo, en una fiesta. Dijo que yo no sería la única, ¿No lo entiende? Los chicos de esta escuela van por los pasillos traficando fotos nuestras, como si no importáramos, haciendo este tipo de cosas, manipulándonos.

—Si le sirve de algo—ofrece el director Williams—, yo también puedo ser discreto. Sé que le preocupa lo que ocurrirá en su hogar, así que no llamaremos a sus padres, ni les informaremos de este incidente. No será un problema para usted a escasos días de graduarse.

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