Durante mis vacaciones pude ir al psicólogo, era amable, era bueno en su trabajo. Fue difícil aceptar que Hades no era bueno para mí, pero lo logré. En este lapso de tiempo no lo vi, ni una sola vez, no tuve noticias de él. Eso era lo correcto.
Cuando entre a la preparatoria algunas cosas fueron diferentes, mis padres me enviaron de nuevo a una cerca de mi casa, ellos ya sabían que Hades había regresado a su antigua escuela, así que no se preocuparon por que lo volviera a ver y sobre todo lidiar con la situación sola.
En mi primer día estaba socializando, actividad que no hacía por Hades, eso le molestaba. En mi receso, mientras comía con mis nuevos compañeros, recibí un mensaje de un número desconocido.
- hola, ¿cómo te va en tu primer día? Haciendo amigos de seguro, no me gusta que hagas eso. Atte.: B –
No era tan tonta, sabía de quién se trataba, nuestros segundos nombres los utilizábamos cuando la plática era de un tema delicado y no queríamos que nadie supiera.
Hades era una persona, que si bien no había olvidado, lo tendría que tener superado. Pero con un puto mensaje, podía ver que no era así. Tantas sesiones con mi psicólogo fue un desperdicio de dinero y tiempo. Quería tener respuestas a las preguntas que tanto tiempo rondaron en mi mente, algunas eran saber cómo estaba, cómo habían reaccionado sus padres, si seguía bebiendo o consumiendo drogas. Sin embargo no lo haría, eso sería fallarme y también a mis padres. Además que ese mensaje recalcaba que seguía siendo el mismo, siempre tan posesivo, celoso y obsesivo.
- ¡Contesta, sabes cómo me pongo!, por cierto nuevo número, nuevo comienzo. Pronto hablaremos ok. Te amo. –
- ¿Génesis, te encuentras bien? Te has puesto pálida – me preguntó un chico, cuyo nombre no recordaba.
- Si, eso creo – podía sentir como sudaba frío. Tenía que tranquilizarme, no quería dar un espectáculo en mi primer día.
Al terminar el receso, las siguientes clases parecían no tener fin, cuando terminaron, de camino a casa, el chico, cuyo nombre no recordaba, me acompañó; al principio íbamos en silencio.
- ¿Cómo te parecieron las clases? – el chico sonreía mientras hacia la pregunta.
- Parecían interminables, pero fuera de eso estuvieron bien, ¿a ti cómo te parecieron?, por cierto, repíteme tu nombre por favor. – sonreí como forma de disculparme.
- Sebastián –
El resto del camino fuimos hablando y riendo.
Sebastián era opuesto a Hades, mientras este último era blanco, alto, con músculos, debido a su entrenamiento; cabello negro, entre chino y lacio; ojos cafés los cuales no eran ni muy claros ni muy oscuros, adornados con unas enormes pestañas negras, gruesas y rizadas; manos grandes, delgadas y con sus venas exaltadas; labios rojos y carnosos, nariz perfilada. Un ser celoso, posesivo, arrogante, muy mandón, confiado, pocas veces amable y tierno, inteligente, competitivo, obsesivo, muy lujurioso, no le temía a nada, sincero, aunque esto último no fuera bueno, era muy reservado con algunos temas, llegando a ser muy serio y callado. Pero, cuando se lo proponía, tenía un buen sentido del humor.
Sebastián era moreno, delgado, alto, sinceramente todos eran más altos que mi 1.50, cabello café oscuro, manos grandes, pero regordetas. Lo poco que lo conocía era amable, muy parlanchín, me hacía reír constantemente.
Cuando llegamos a la esquina de la calle donde está mi casa, me percate de un automóvil negro, sabía perfectamente a quienes pertenecía. Comencé a sentir nervios, me sudaban las manos. Mi mente era un torbellino de preguntas, de suposiciones con los peores escenarios, pero sobre todo de ansias por verlo.
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EL INFIERNO DE HADES
Teen FictionLo conocí en la fila de inscripciones de la secundaria, estaba frente a mí. Comenzamos a charlar para hacer más ligera la espera. Su nombre tan raro como el mío. Hades Bastiaan Bâhir Saelices, el nombre más malditamente raro y difícil de pronunciar...