Capítulo 12: El Anciano

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Narra Samuel

La casa de aquel anciano olía a muerte y putrefacción, el olor era tan penetrante que me hacía llorar, definitivamente no quería saber de dónde venía ese olor. El anciano encendió algunas velas y unos inciensos, la luz de las velas iluminó la habitación y pude ver como en las paredes habían guindadas cabezas de venados aun sangrando o con algunos gusanos saliendo de ellas, mi primer instinto fue el querer vomitar, me contuve lo mejor que pude pero en otra pared había algo aún más grotesco y aterrador. Un cadáver humano en descomposición, no pude contener la bilis en mi boca y terminé vomitando sobre el piso. El anciano se rio un poco antes de decir

—Vaya que eres débil muchacho —aterrado me dirigí a la puerta, pero en un abrir y cerrar de ojos él estaba frente a mí trancándome el paso —no tan rápido chico, tu viniste hasta aquí buscando respuestas, y yo te las voy a dar. Quieras oírlas o no —dijo mientras me señalaba una silla para que me sentara.

Estaba aterrado, despavorido, sentí aquel olor en mi nariz, impregnándose en mis ropas y en mi memoria, mi estómago era una bomba de tiempo hasta de volver a vomitar, quería salir a ahí lo más rápido posible y si escuchando lo que tenía que decir era la manera de hacerlo, pues no tenía de otra. Camine hasta la silla y me senté, era especialmente rígida e incómoda, el anciano se sentó delante de mí tomando una pipa que había sobre una mesa. Tomo una larga calada y la sostuvo antes de soltar un humo blanquecino.

— ¿Y bien? —preguntó antes de volver a tomar otra larga calada, lo mire confundido y volvió a soltar aquel humo, estaba vez tosiendo —Joder niño, no me hagas perder el tiempo, ya estoy viejo para eso, haz una maldita pregunta de una vez y terminemos con esto —la manera en la que había pronunciado terminemos me dio un escalofrío. Respire hondo y contuve el aire antes de dejarlo ir. No sabía que debía preguntarle, Walter me había dado mucha información cuando estuve en Charleston.

—Yo... —el anciano me miro impaciente y maldijo al aire antes de golpear la mesa con el puño cerrado, era un hombre de poca paciencia— ¿Dónde tiene Ydarj a mi amigo? —solté deprisa y con miedo, no sabía que más preguntar, sabía mucho sobre el medallón y estaba muy nervioso.

El anciano se revolvió en su asiento y llevo la pipa hasta sus labios tomando una larga calada, me miro unos segundos y deshecho el contenido de la pipa en el piso a su lado y volvió a llenarla con algo que sacaba de una caja sobre la mesa, parecía ser tabaco, tomó una cerilla y lo volvió a encender y tomo otra larga y eterna calada. Esta vez no hubo humo blanco. Era negro, apenas y lo había podido distinguir con la luz amarillenta de las dos o tres velas que iluminaban la habitación, no me sentí nada cómodo, quería salir corriendo, pero necesitaba las respuestas.

—Ydarj —comenzó antes de volver a llevar la pipa a su boca— Sí, Ydarj. Aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer, cuando fue expulsado del cielo por creer en las palabras de Lucifer, antes de ese día su nombre era otro, pero ya ni él mismo lo recuerda —volvió a inspirar el tabaco de la pipa—Consiguió el perdón de Dios y ahora trabaja como su sirviente hasta el día del juicio, que no debe estar lejos si tú estás aquí—aquello me había desconcertado, parecía estar simplemente parafraseando para evitar mi pregunta, tal vez no conocía la respuesta—Ydarj tiene a tu amigo, sí señor que lo tiene. Todavía no es tarde. Él está en las montañas que viste al venir aquí, te puedo decir cómo llegar, pero no será un viaje fácil. Te enfrentarás a tus temores, a un poder más allá de lo que tú puedes comprender ¿Estás seguro de querer ir a por tu amigo? —asentí sin pensarlo dos veces y el anciano suspiro antes de explicarme que en aquellas montañas estaba el Laberinto de los sueños, un lugar donde es fácil perderse si no se sabe con certeza a donde ir. Me dijo que nunca escuchara las voces que vinieran de los callejones oscuros, que siguiera siempre adelante, por la izquierda. Si me perdía tenía que estar seguro de algo, y es que nadie vendría a buscarme, moriría antes de encontrar el camino de regreso

Mysterium (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora