CAPÍTULO 2

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DIABLO

- ¡Jared, ayúdame!, no dejes que me lleven- corro tras ellas pero mis pies no se mueven lo suficientemente rápido.

- ¡No! Duele, sueltenme- se queja Raquel forcejeando con los hombres.

- llevemos a la pequeña, pagan más por las vírgenes- los apunto con mi arma pero el gatillo no cede, intento llegar hasta a ella pero no puedo mover los pies.

-¡Alana!- grito con todas mis fuerzas cuando la meten en el auto. Observo cómo se deshacen de Raquel quién cae inerte el suelo. Me acerco a ella y me siento derrotado, perdido.

En el suelo yace Raquel con sus extremidades torcidas y su cuello en un ángulo que ninguna persona con vida puede girar.

De mi hermana mayor, sólo quedaban huesos rotos.

Tres golpes en la puerta me despiertan de la pesadilla. Hace tres años que sueño con la misma mierda que me tortura por el día.

A un lado de mi cama está una rubia de la cual no recuerdo el nombre.

-pasa- ordeno a quién sea que esté tocando afuera.

- Diablo, Mike llegó y lo está esperando abajo- me informa Harold. Asiento y hago seña con la mano para que se marche.

Me levanto y me coloco mis vaqueros, despierto a la rubia que claramente no entiende que ya es hora de marcharse.

- buenos di..

- largo- la corto

- pensé que podríamos repetir

- claramente pensaste mal- espeto- vístete y abajo uno de mis hombres te pagará

La chica me mira con expresión ofendida. Conmigo eso no funciona, hacerse la santa es algo hipócrita porque reparando en la ropa que recoge del piso es más que obvio que es una puta.

- yo no soy...- me duele demasiado la cabeza como para comenzar el día con el drama de una puta que no me interesa para nada.

- ¿Entonces que esperas para largarte? Pensé que esperabas la paga- la chica de ajusta el vestido. La verdad tenía un buen culo, pero tal vez no lo supo mover ya que no recuerdo nada, y yo nunca olvido un buen polvo.

- anoche la pasamos bien- comienzo a impacientarme y tomo mi arma quitándole el seguro.

- no lo volveré a repetir, tienes 3 segundos para largarte. 2, 1- la chica desaparece por la puerta cerrándola de un portazo.

Todos me conocen, saben que cuando tengo el arma en manos, no miro las consecuencias.

Entro al baño a darme una ducha para poder empezar el día y despejar la mente de las pesadillas nocturnas.

Cosa inútil ya que las malditas pesadillas me persiguen día y noche, sobre todo cuando miro a Alice, es imposible verla y no recordar que su otra mitad está perdida.

Cuando te creces con un padre cómo Alí Vadkir y siendo el único hermano de tres mujeres, tu única opción es aprender, sobrevivir y proteger.

Nuestro InfiernoWhere stories live. Discover now