Te odio...
Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello
Te odio...
Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes
Todo en Gabriel Petrov era equivoca...
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—¿Por qué te dejó su fortuna?
—En el testamento decía que todo su trabajo era para el gran amor de su vida, que, irónicamente, nunca había tenido el valor de amar.
—Eres un buen hombre, Gabriel.
—No lo soy, de lo contrario no te habría metido en esto.
Gabriel aflojó el nudo de la corbata. Había tenido suerte, ya que el episodio con Carlos ocurrió cuando las cámaras estaban sobre el dueño de la fiesta. Se hubiera visto demasiado patético sosteniéndolo del brazo, moviendo la boca entre dientes para que nadie se percatara de lo que hablaban. Después de tomar un poco de aire, regresó a ocupar su lugar.
—Gran espectáculo, jefe. Me sigues sorprendiendo incluso después de tantos años. —Vladimir se sentó a su lado.
Anyka conversaba con la esposa del presidente de la Federación, alejada de la conversación de los hombres.
—Cierra la boca, no estoy para tus chistes.
—¿En serio? Pues qué bien, porque yo tampoco estoy para tus escenitas grotescas con tus amantes de turno y menos cuando se trata de hombres.
Gabriel se cruzó de brazos.
—No tengo por qué escucharte, no eres mi jefe.
—Eso es verdad, es al revés, pero soy yo el que debo poner su cara para resolver tus problemas. Soy yo el que tiene que mentir y decir que todo está bien. Y ya estoy harto, Gabriel.
Vladimir sonaba tan decepcionado. Era extraño. Las veces que lo había regañado siempre se asemejaba a un hermano mayor, pero ahora era distinto, Vlad llegaba al límite.
—Sabía que había algo mal cuando te vi pegado a su fotografía.
—Vlad.
—¿Carlos Ferrari, el cuñado de Iván? Dime que es una puta broma. Dime que no dejaste a una mujer maravillosa como Anyka solo por...
—Basta.
El tono poco amistoso le mostró a Vlad que pisaba terreno peligroso.
—Es que simplemente no me lo creo —explicó—. Te has burlado hasta el cansancio de Iván y del amor que le demuestra a su médico.
—No me compares con él.
—¿Y qué quieres que haga? Estás a punto de arruinar tu vida, de arrojar tu carrera por la borda.
Gabriel se quedó en silencio. Vlad tenía razón. Sin embargo, era demasiado orgulloso para aceptarlo.
—Vuelve con Anyka.
—¿Qué? ¿Estás loco?
—La has traído hoy aquí, así que reconstruye esa relación. Date una oportunidad.
