Te odio...
Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello
Te odio...
Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes
Todo en Gabriel Petrov era equivoca...
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Vladimir tocó la puerta de madera maciza de la casa de Gabriel y colocó la llave. Era bastante loco que tuviera acceso a toda su vida, incluso a veces pensó que Gabriel estaba sintiéndose atraído por él de alguna manera. Obviamente nunca se animó a preguntarle. Era una tontería pensarlo de un hombre que vivía rodeado de mujeres. Además, conociendo el humor de Gabriel, seguro le habría quebrado la mandíbula a golpes.
Esa era la forma de arreglar las cosas de la Pantera. Todavía se reía cuando recordaba a su padre presentarlo así. Para Vlad, Gabriel era solo Gaby, muy lejos de apodos ostentosos, aunque tenía sentido. Era rápido y letal con sus puños, sus piernas y sus palabras.
—¡Gaby!
—¡Pasa, estoy en la piscina!
Más que una pantera el tono se asemejaba a un perro rabioso que llevaba semanas sin alimento. Había una posibilidad de que las cosas se salieran de control, de que Gaby se convirtiera en ese animal escondido y lo dejara inconsciente cuando se enterara de la verdad. Sin embargo, no iba a ocultarse toda su vida.
Vlad caminó con paso firme hacia el encuentro de su protegido. Cuando llegó a ese enorme lugar decorado con una piscina al estilo griego, la imagen lo dejó desequilibrado por completo.
Gabriel estaba desnudo a un costado de la piscina interior, con su rostro fijo en el humo que desprendía el agua por efecto del calor. Estaba destruido. La imagen hablaba más fuerte que cualquier palabra.
—Vaya, veo que no te has levantado con buen ánimo.
—¿Levantarme? Ni siquiera he dormido.
Las botellas alrededor de él eran un reflejo de que necesitaba descansar.
Vlad le arrojó una toalla.
—Cúbrete.
—¿Qué? Como si nunca me hubieras visto desnudo.
—Es verdad, y me hace sentir incómodo.
—¿Qué pasa? ¿Te gusto?
—En realidad, siempre pensé que yo te gustaba a ti.
Gabriel comenzó a reír cuando Vlad se había animado a confesar eso.
—Tranquilo. Soy gay, pero no eres mi tipo.
Vladimir estuvo a punto de desmayarse.
Gabriel hizo una mueca divertida, como si la cara de su mánager fuera lo más gracioso del mundo.
—¿Te sorprende que acepte ser gay?
—No eres gay, Gaby —repitió Vlad, que se sentó en una de las reposeras. Sus manos buscaban una explicación—. Lo que pasa es que tienes algo de confusión.
—Vlad —levantó una ceja—, soy gay. He estado en un tipo, y él ha estado en mí, no hay confusión al respecto. La única vez que estuve enamorado fue de un hombre hace años y ahora, bueno...
