Capítulo 9

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¡No podía hablar! ¿Qué podía hacer? Entonces le pasé el teléfono a la señora, quien lo cogió con rapidez, pero puso cara de pena.

—Lo siento cielo, han colgado. – Me respondió con pena mientras sacaba un pañuelo de su bolso y me lo daba. —Ten cielo, para el golpe de tu mejilla.

La mujer salió y a los pocos segundos entró Viktor.

—¡Vámonos! —Dijo con voz baja pero amenazadora, todo estaba perdido, si no podía contactar con Paul, ¿cómo me encontraría? Debía rescatarme yo misma.

Viktor y yo andamos por la terminal con rapidez hasta una de las entradas más alejadas, donde pude ver en el cartel nuestro destino si no conseguía escapar: Colombia. Estuvimos sentados en la sala de espera, Viktor se sentó y se puso a leer el periódico, yo en cambio me quedé observando cada posibilidad cuando lo vi, ¡mi cara en la televisión! Estaban hablando de mi secuestro haciendo que todos se quedaran mirándome cuando apareció de lejos un policía y le modulé: "Socorro".

El policía me miró con conocimiento en la mirada y asintió levemente mientras sacaba su teléfono y se iba detrás de una pared donde no se le veía.

—Nos vamos. —Dijo Viktor al ver la televisión, no me había dado cuenta de que había levantado la vista. —Cambio de planes.

Me agarró con fuerza del brazo haciéndome daño, seguramente me dejaría un moratón, y me sacó con fuerza por una entrada subterránea del parking, donde había otro coche negro, pero este era un BMW, me metió con fuerza en el coche y se sentó a mi lado. Conduciendo había un hombre gigante y con cara de cabreo permanente, pero evité mirarlo y observé como salíamos del parking hasta pasar por la entrada, donde se subió otro hombre, pero aproveché el momento y abrí la puerta y salí corriendo hacia la terminal.

Pude escucharlos perseguirme, pero no evité en mi empeño, corrí y corrí hasta que me choqué contra un policía de aduanas, quien me reconoció y me metió en una sala extraña, esto era raro, no sé por qué, no me fiaba de este hombre, así que salí sin que nadie me viera de la sala y pude ver al policía hablando con mi abuelo mientras recibía con cautela un fajo de billetes... No me podía fiar de nadie... ¿Qué podría hacer? Me metí en uno de los aseos y me encerré en uno de los cubículos para pensar con calma, debía contactar con Paul, pero para ello debía hablar con él, ¡necesitaba hablar!

Escuché a una mujer y a una niña entrar en el baño, esta vez sí que hablaría, podía hacerlo. Salí del cubículo y le pedí el teléfono, ella, al verme, también me reconoció y rápidamente llamó a la policía para avisar de que estaba con ella, luego me dejó su móvil y marqué el número de mi lobito.

—¿Quién? —Preguntó con el mismo tono de antes, irritado y sin pizca de paciencia, tomé aire y me preparé para mi mayor reto.

—Paul... –Dije con la voz ronca, ¡había hablado! Pude escuchar desde el otro lado como mi lobo aspiraba con fuerza.

—¿LISA? —Preguntó anonadado y oía movimiento o algo raro desde su lado de la línea. —¡Voy a por ti! No te preocupes, el jefe Swan me acaba de decir que te han encontrado.

—Te quiero. —Susurré, mi voz oxidada por el poco uso al mismo, y se me escapaban unas lágrimas de felicidad.

—Yo también te quiero, pequeña, no sabes cuánto. —Susurró con la voz cargada de emoción. —Escóndete en el baño, llegamos en dos putas horas, pero llegaremos, no te fíes de nadie, el jefe Swan dice que hay guardias comprados.

Cuando colgó, la señora me miró con compasión.

—Querida, quédate con mi móvil, y suerte. —Susurró mientras salía del baño al mismo tiempo que la sonreía y me encerraba en el baño, escribí a mi lobito un mensaje de texto.

<Paul, la señora me ha dejado su móvil, cuando estés aquí envíame un mensaje. No voy a usar mucho este teléfono, solo le queda un 12% de batería. Te quiero>

Paul me respondió al instante con un pequeño corazón y subí mis piernas a mi pecho para abrazarlas, en dos horas lo vería. Todo iba bien hasta que escuché a Viktor entrar en el baño, supe que era él, porque olía a sus puros, estaban comprobando los baños, me quedé congelada en la taza y abracé con más fuerza mis piernas, mi cubículo era el último, pero llegaría. Paso a paso lo oía más y más cerca, estaba a punto de asomarse por mi cubículo cuando:

—¡Señor! ¡Este es el baño de las señoras! —Exclamó una mujer mayor haciendo que mi corazón saltara con fuerza, estaba a punto de llorar de alegría por la aparición de la señora.

—¡Oh, lo siento! No había visto la señal. —Dijo Viktor intentando sonar amable, salió del baño y volví a quedarme más tranquila en este aseo apestoso pensando en m lobito.

Dos horas más tarde, un mensaje de mi lobo me avisó que estaba en la entrada principal, así que salí con cuidado del aseo con cuidado de no cruzarme con nadie, pero vi a Viktor con los dos hombres del coche y ellos me vieron a mí, comencé a correr con fuerza hacia la puerta principal, mi corazón sabía que mi lobo estaba ahí. Estuve corriendo varios minutos cuando vi a mi lobo a lo lejos, él también me vio y comenzamos a correr al mismo tiempo para abrazarnos.

—¿A dónde te crees que vas? —Preguntó Viktor gritando a mis espaldas, lo ignoré, me sentiría segura cuando estuviera en los brazos de mi lobito, pero antes de llegar a mi lobito, un disparo sonó.

CURA MIS HERIDAS |PAUL LAHOTE|Where stories live. Discover now