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Había pasado una semana desde que Annie vivía con Mikasa.

Annie seguía con el rechazo a su destinada, cosa que Mikasa no entendía, pues, ella había conocido a Annie cuando chocaron y después en el salón. Desde ese momento no recuerda haberla visto antes, pero en cortos lapsos de tiempo, se siente bien al estar a su lado.

Mikasa sabe que es por su instinto, y que no me gusta Annie, por lo menos, no por ahora, y menos si ella era controlada por sus instintos.

En este momento, ambas estaban sentadas en el sillón, Annie como lo había estado haciendo las últimas semanas, estaba sentada sobre el regazo de Mikasa, era parte de la rutina, y una costumbre para las dos.

Mikasa noto que Annie empezaba a tener temperatura, pensó que tendría fiebre.

Fue muy errónea su creencia.

En el momento que Annie empezó a restregar su trasero sobre ella, sintió que su entrepierna empezaba a reaccionar por el estímulo.

—No hagas eso, Annie—Mikasa, agachó su cabeza un poco, apoyando su frente en el hombro de la omega.

—Hazme tuya, Mikasa—Susurró Annie, aún frotando su cuerpo contra el de Mikasa.

—Se que en realidad, no quieres esto—Mikasa sentía que si garganta se apretaba.

—No, esto es lo que quiero, hazlo, quiero tener tú olor

Sin esperar respuesta alguna, junto sus labios con los de Mikasa, en un suave beso, que rápidamente fue correspondido.

El beso se volvió demandante, era una pelea de lenguas, por quién llevaría el control, y claro, Mikasa ganó por poco.

A causa de la falta de aire de separaron, Mikasa maldicio al aire, pero no perdería el tiempo pensando en ello.

Unos suaves y húmedos besos recorrieron el cuello de Annie, dejando pequeños mordiscos no muy profundos.

No sabía porque, pero sintió que ya había recorrido ese cuello, su alfa aullaba de felicidad.

Acostó suavemente a Annie en el sofá, y empezó su labor de desabotonar la camisa que cargaba Annie, y casi de inmediato, dejando cortos besos desde su cuello, hasta sus pechos.

Mikasa mordisqueo uno de los senos de Annie, y con mano, jugaba con el otro.

Gemidos salían de la boca de Annie, algo que a Mikasa le encantaba.

Se dispuso a bajar las bragas de Annie, lo cuál, era el único pedazo de tela que tenía puesto en ese momento.

Mikasa siguió estimulando los pechos bien formados de Annie. Llevó dos de sus dedos hacia el orificio vaginal de su omega, empezando a acariciarlo cuidadosamente desde afuera.

Aquello parecía una tortura para Annie.

Mikasa introdujo uno de sus dedos a la húmeda entrada, haciendo círculos con el mismo, Annie daba gemidos cada vez más sonoros.

Mikasa al ver que uno de sus dedos no eran no era suficiente, empezó a simular embestidas con dos.

—Entra, no me dolerá—Annie tenía su penetrante mirada en Mikasa.

—Te debo preparar bien—Mikasa seguía simulando pequeñas embestidas.

—No me importa, ya estoy lista—Annie reclamo.

Mikasa obedeció, saco sus dedos de la húmeda entrada de Annie, acto seguido quito sus short, y vio como su miembro ya estaba duro.

Annie miraba atenta a Mikasa, quién, se posicionó entre sus piernas y entró de una estocada a la caliente entrada de Annie.

No escucho alguna queja de dolor, así que empezó a embestirla lentamente.

—Mikasa, espera, estamos en el sofá, siéntate.

Mikasa obedeció y se sentó nuevamente en el sofá, vio como Annie se dejaba caer sobre su miembro sin cuidado alguno y empezaba a dar pequeños saltos violentamente.

Mikasa pensó que Annie lo quería así, hasta que le fallaron sus piernas, por lo que cambiaron de posición.

Annie se recostó nuevamente en el sofá, y levantó sus piernas a la altura de los hombros de su alfa, quién, casi al instante empezó a penetrarla con más fuerza y mucho más rápido de lo que ella lo estaba haciendo anteriormente.

Dos estocadas bastaron Lara encontrar el punto dulce de Annie. Por donde la haría delirar de placer.

Le acertó a aquel dichoso punto acelerando la velocidad de sus estocadas.

En aquella habitación sólo es escuchaban los gemidos de ambas, y el sonido de sus húmedas pieles chocando abruptamente.

Mikasa sentía que le faltaba poco para terminar, y agarró los pechos de Annie, pellizcando sus pezones y apretandolos.

Poco después, escucho un gemido más alto, y el tan esperado orgasmo de ambas llegó.

Así, pasaron el celo de Annie.

Cúando ambas despertaron, estaban en la cama, sin ropa y pegadas la una con la otra.

XiaoLuaYue.

Si lo hubiera dichoWhere stories live. Discover now