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Cuando despertó, Jaskier seguía durmiendo entre sus brazos, y frunció el ceño comenzando a preocuparse. El fauno no dormía de noche, quizás lo hizo esta vez porque estaba cansado, pero había amanecido y seguía durmiendo, eso ya era demasiado extraño.

Bastó una suave sacudida y el ojiazul despertó bostezando largamente, antes de darle una soñolienta sonrisa que, con menos entusiasmo, él correspondió, tocando su frente para comprobar que no tuviera fiebre.

—¿Qué sucede? —murmuró Jaskier, confundido.

—Nada —negó retirando la mano—. Dormiste de noche, me preocupé —explicó encogiéndose de hombros, aún atento a cada movimiento del fauno que lo alertara de un posible malestar.

Jaskier alzó sus orejas, y luego de unos segundos de sorpresa rió con ternura, obteniendo una ceja alzada de su parte y la espera de una respuesta.

—Geralt, aprecio tu preocupación... pero no me pasa nada, estos meses intenté acostumbrarme a dormir de noche para cuando volviéramos a viajar juntos —tranquilizó sonriendo, antes de frotarse contra su mejilla por primera vez en el día.

El brujo alzó las cejas, sorprendido: —Sólo acordamos estar tres meses juntos, estarías cambiando tu horario de sueño todo el año —frunció el entrecejo, y se confundió aun más al ver que el fauno se sobresaltaba con un sonrojo apoderándose de sus mejillas, desviando la mirada con nerviosismo.

—Bueno, serán cuatro meses esta vez, ¿no? —dijo sin verlo, parándose rápidamente para saludar a Roach.

—Hm, pero no lo sabías —insistió, levantándose también y siguiéndolo con la mirada. Lo que le dijo Priscilla le comenzó a dar vueltas en la cabeza, y se preguntó qué tan probable era que el fauno en serio quisiera estar con él, pero no quería apresurarse, estaba la posibilidad de que el ojiazul sólo quisiera un nuevo "folla-amigo".

Jaskier suspiró y, desde su posición junto a la yegua, se volteó para mirarlo con nerviosismo.

—En realidad —comenzó, removiéndose en su lugar—, estaba preguntándome si... es decir, puedes decirme si te incomoda o es problemático para ti, pero pensaba que, tal vez...

 —¿Hm? —alentó, rogando que dijera lo que pensaba.

—Tal vez, pudiera acompañarte al pueblo durante el día. Podría usar algo de ropa para disimular... ya sabes —indicó, volteándose un poco para mostrarle la cola con un sonrojo.

Geralt parpadeó un par de veces, tan sorprendido como desilusionado, pero exhaló rápidamente y sonrió, enternecido por la petición.

—Puedes usar algo mío, allí te conseguiremos algo —aceptó con un suave asentimiento, y disfrutando como siempre la mirada entusiasmada que obtuvo de vuelta. Rápidamente, el ojiazul comenzó a buscar raíces y algunos de los pocos arbustos que tenían hojas, comiendo entusiasmado por partir lo antes posible, sin embargo, Geralt hizo una mueca al notar un inconveniente—: Hm, Jaskier... Deberíamos esperar a que mudes tus astas —sugirió, sintiéndose mal por romper su burbuja de felicidad.

El fauno se detuvo abruptamente, con una hoja asomada entre sus labios.

—Uh, sí, tienes razón —murmuró, sonriendo avergonzado y rascándose la nuca con las orejas caídas.

Se quedaron en silencio, y tras unos segundos el brujo pensó en algo para consolarlo: —Te traeré flores, ¿bien? —intentó, aliviado de ver nuevamente la sonrisa sincera en el rostro del ojiazul. Seguramente no había visto una sola flor durante estos meses de invierno, pero en el pueblo habían invernaderos para seguir cultivándolas. Costarían un poco más, pero valdría la pena.

Spring is (not) pretty | GeraskierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora