En tus (mis) zapatos

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"Nunca juzgues a otra persona sin haber caminado un kilómetro con sus zapatos."


26 HORAS DESPUÉS DE FINAL DEL CONCIERTO (CONTICINIO)

"Me quedo con las llaves"

Observa un rato el mensaje en la pantalla del móvil antes de dejar el aparato sobre las sábanas. 

No conoce el número pero no tiene demasiada duda de quién es la autora.

Los últimos rayos de sol que se cuelan por la ventana juegan sobre sus pies desnudos.  

La radio salta de una canción a otra sin pedir permiso y sin llamar demasiado su atención. 

Lleva un buen rato tumbado en la cama, desnudo, sin fuerzas más mucho más que encender un cigarrillo tras otro. 

Mirando hacia la puerta que se cerró hace un rato y pensando. 

Hace un rato, también,  respondió a un mensaje de Mimi aceptando cenar algo por el centro. Quizá se vengan Ricky y Ana. 

Hay que aprovechar los últimos días del verano. 

Si se inclina hacia el otro lado de la cama, las sábanas y la almohada aún tendrán su olor. Pero no lo hará.

No tiene la menor intención de encerrarse en casa. No habrá duelo ni lágrimas. 

Está tranquilo. Respira con normalidad. 

No siente mil toneladas de peso en el pecho como la última vez. 

Sin embargo no tiene la sensación de haber concluido nada esa tarde. 

No han llegado a la última página del libro ni discurren los títulos de crédito. 

Quizás sea el momento de pedir prestadas nuevas metáforas y se le ocurre que, como en una buena obra de teatro y después de tanto drama, por fin han llegado al interludio. 

Sonríe y se estira, disfrutando de la sensación de la brisa fresca sobre su piel desnuda. 

Enciende otro cigarrillo. 

Eso quiere decir que aún les queda el segundo acto. 


23 HORAS DESPUÉS DEL CONCIERTO (SINMIGO)

Acaba de atarse el cordón de la segunda zapatilla y se quita una mota de polvo invisible del vaquero.  

Él sigue tumbado en la cama, desnudo. Observándola. Sonriendo. 

No se atreve a acercarse de nuevo a la cama y se queda en la butaca donde ha acabado de vestirse. 

No se fía demasiado de él y todavía se fía menos de sí misma. 

- Me gusta verte bien, de verdad- dice por fin

En la última hora, justo después de abandonar por fin la cama y vestirse, se ha dado cuenta de que se trata de mucho más que eso.  

Le atrae verle bien. Le atrae esa sonrisa y la seguridad en sí mismo. 

El hombre triste que caía bajo su embrujo cada vez que pestañeaba le producía rechazo y solo ahora que le ve feliz de nuevo es capaz de entenderlo. 

Es  tóxico y enfermizo, pero no más que muchos otros aspectos de su vida. 

Ama y desea a esta versión del hombre que quizá la ame mucho menos que la versión que abandonó. 

One-shotsWhere stories live. Discover now