22 de julio de 2019

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   Los siguientes días fueron igual de increíbles. Fuimos más veces a la playa y también pasábamos el día con Devoción que ya está bastante mejor.

   Yo tuve que volver a dar clases por la mañana y en eso estoy hoy. Amelia y Davinia están en el parque y yo con el enano en la biblioteca. Ni confirmo ni desmiento que me ha robado el corazón a pesar de lo pesado que se pone en muchas ocasiones, pero es que entre lo bonito que es y lo bien que huele... En fin, creo que la maternidad me está sentando un poco mal, ya quiero adoptar a todos los niños que vea. Encima el pequeño Roberto es como la versión masculina de Davinia, pero más pequeño de edad y bueno, mi imaginación vuela.

  Dan las 12pm y voy saliendo cuando me encuentro con mi madre en la puerta. Me quedo paralizada, no sé cómo reaccionar, miro a los lados y veo a Amelia acercándose que nos ve y se para en seco, cogiendo a Davinia de la mano para frenarla también.

- ¡Hola, hija! - mi madre mira en la misma dirección que yo y le hace una seña a Amelia para que se acerque. Viene con el rostro un poco descompuesto y Davinia no entiende nada - Me gustaría hablar con ustedes si es posible - Miro a mi chica y asiente.

    Vamos a mi casa y la peque se queda jugando con Luna en mi habitación, mientras nosotras vamos al salón a ver que quiere mi madre que ni es capaz de mirarnos a la cara.

- Yo... Yo quiero disculparme con ustedes. Mi reacción del otro día estuvo fuera de lugar porque yo quiero que mi hija sea feliz por encima de todo, pero admito que me chocó que fuera contigo. No por nada personal, Amelia, sé que eres una persona maravillosa y siempre la has tratado muy bien, pero no lo llegué a comprender hasta que hablé con Marcelino y me hizo ver que mejor tú que cualquiera otra que no la valore como se merece - Amelia y yo estamos llorando agarradas de la mano - Así que de corazón, espero que puedan perdonarme. Supongo que una parte de mí tendría que haber estado ya prevenida teniendo en cuenta que desde los 10 años no ha dejado de nombrarte, pero, a pesar de eso, sigue siendo una noticia que uno no se espera del todo...

- Manolita, yo entiendo perfectamente su reacción y también entiendo que haya tenido miedo o que le haya parecido una relación arriesgada por la diferencia de edad y por lo que esto significa en el colegio, pero déjeme decirle que todo eso lo tenemos en cuenta. No va a pasar nada y su hija me hace la persona más feliz mundo, se lo juro... Y quiero pensar que yo a ella también - me mira y entre lágrimas asiento. Me limpia una que está cayendo por mi mejilla y me sonríe - No le pedimos que acepte esto ahora mismo, pero nos gustaría que lo hiciese con el tiempo, por favor.

- No, no tengo nada que aceptar con el tiempo, ya lo he aceptado. De verdad que quiero que mi hija sea feliz y si a ti también te hace feliz ella, no hay nada más que hablar. Solo quiero que tengan cuidado, te juegas mucho en ese colegio, Amelia.

- Descuide..

- Por favor, tutéame.

- Vale, disculpe... Disculpa - sonríe y se levanta a abrazarla, luego me mira.

  Yo sigo sin mucho humor para cariñitos con ella, a pesar de la disculpa, aún me duele que reaccionara tan mal y ni nos dejara explicarnos... Aún así, me levanto, la abrazo, ambas acabamos llorando más y me repite que lo siente al oído.

   Llamamos a Davinia para que conozca a su abuela y viene con Luna cogida en brazos y lamiéndole toda la cara. La pequeña no deja de reírse y la deja en el suelo.

- Pequeñaja, ella es mi mamá, Manolita.

- Mamá, Davinia.

- Encantada, Davinia - mi madre le tiende la mano, pero la mini rubia se le tira encima y la abraza con fuerza - ¡Vaya! ¡Qué fuerza tiene!

La Maestra y La (no) Alumna. Segunda Parte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora