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Los sonidos de los disparos aún resonaban en su cabeza.

En un inicio, el moreno había caído desplomado sobre la tierra nada más las dos primeras balas de la ráfaga que habían recibido hicieron impacto sobre su cuerpo, quedando su cuerpo inerte yaciendo sobre la sima de la montaña para cuando los enmascarados del CNI acudieron a su posición tras tan rastrero ataque.

Tras semejante carnicería, estos mismos habían abandonado a su suerte los cuerpos de los cinco miembros de la organización que habían sido abatidos para partir en busca del fugitivo Gustabo, quien en medio de todo el caos y siendo cubierto por sus propios compañeros, había conseguido escapar de la zona en el helicóptero que los había llevado hasta allí.

Sin duda, las prisas por parte del CNI para conseguir dar con el payaso desembocaron en el craso error de no acabar de rematar a los diferentes integrantes de la mafia creyendo que, tras las heridas recibidas, estos acabarían muriendo desangrados, si es que las balas no habían acabado ya con ellos.

Y de hecho así habría sido, si no fuera porque un previsor armero había repartido varios chalecos entre sus diferentes compañeros antes de partir hacia el entierro de Manolo, pues nunca se sabía cuándo podían ser de utilidad, por lo que varios de ellos portaban dicha protección bajo la ropa de civil.

Fue gracias a dicha protección, que los adoloridos sentidos del moreno comenzaron a despertar quién sabe cuánto tiempo después del tiroteo, pues este había tenido lugar cuando el sol aún estaba alto en el cielo, y para cuando Armando consiguió entreabrir sus orbes color esmeralda, la bóveda celeste ya se encontraba teñida de un color azul oscuro, junto con la presencia de las primeras estrellas que refulgían en la noche.

-joder, me cago en la puta...-se quejó con voz débil, mientras sus sentidos se iban recuperando poco a poco y el lacerante dolor producido por las balas iba cobrando rápida presencia en su cuerpo.

Como pudo, trató de comenzar a arrastrarse sobre la tierra en dirección al Kamacho que por suerte del destino aún se encontraba allí estacionado, en busca de algún botiquín con el que poder tratar sus propias heridas y la de sus compañeros, si es que aún quedaba alguno con vida.

-"no pueden estar muertos, no pueden"- pensó para sí mientras negaba con la cabeza, momento en el cual su vista se nubló momentáneamente, al mismo tiempo que un punzante dolor había acto presencia en el lateral izquierdo de su cabeza. Dolorido, se llevó la diestra a dicha zona en busca del origen de dicho dolor, pero cuando retiró la mano de esta, su palma se encontraba manchada de sangre.

-maldita sea...-dijo por lo bajo mientras trataba de seguir avanzando, al tiempo que una mueca de dolor se dibujaba en su rostro al sentir como las pequeñas piedrecitas y la arena del suelo rozaba contra la herida abierta que podía sentir en uno de sus muslos, sin duda provocada por el impacto de una bala, la cual muy posiblemente siguiera dentro de su pierna.

Tras un lento y agónico recorrido, las yemas de los dedos de su diestra consiguieron por fin alcanzar la parte baja del vehículo por lo que, sacando fuerzas de quién sabe dónde, consiguió incorporarse lo suficiente como para quedar sentado sobre la arena, con la espalda apoyada sobre una de las ruedas de este.

Se detuvo a coger aire durante unos instantes, tratando de recuperar el aliento perdido tras el casi titánico esfuerzo que se había visto obligado a realizar para llegar hasta ese punto. Fue en ese momento cuando sus sentidos se percataron del panorama que se encontraba frente a sus ojos, provocando que una mueca de horror se dibujase en su rostro.

Los cuerpos inertes de sus compañeros yacían esparcidos a lo largo de la explanada, todos ellos inmóviles y sin mostrar señal alguna de vida. Desde su posición, el apodado como Nadando podía llegar a distinguir las siluetas de algunos de ellos, los cuales identificó como Diablo, gracias a la característica coleta que este portaba en su cabello y zebralín, quien se encontraba ubicado junto a la tumba de su difunto tío.

Until a bullet do us part [ YuNando ] Where stories live. Discover now