孤 独 • ❀

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Llevaba casi una hora con los ojos fijos en la entrada, como si en cualquier momento esa puerta pudiera abrirse y cambiar el curso de la tarde

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Llevaba casi una hora con los ojos fijos en la entrada, como si en cualquier momento esa puerta pudiera abrirse y cambiar el curso de la tarde. A veces, cuando el tedio la invadía por completo, intentaba distraerse con la televisión de la sala, pero sus pensamientos revoloteaban cual mariposa. Otras veces paseaba por su habitación, recorriendo el pequeño espacio, asegurándose por décima octava vez de que el vestido que había elegido para ese día era, efectivamente, el más adecuado y lindo que tenía. El espejo le devolvía su propia imagen, una niña atrapada en la espera, en una casa que parecía demasiado grande para una sola vida.

Sin embargo, al final, su atención siempre regresaba a la puerta cerrada. Lo estaba esperando.

Para Yui, aquel día tenía una importancia que se negaba a poner en palabras. No deseaba un regalo, ni siquiera una fiesta. Desde que el año había comenzado, su único deseo se había cristalizado en la llegada de ese día de junio: el día en que su padre, Ryu, le dedicaba un poco de su tiempo, algo que durante el resto del año parecía tan inalcanzable como un sueño. En otras ocasiones, él estaba atrapado en el trabajo o en disputas con su madre, pequeñas batallas que se libraban por cualquier cosa, dejando a Yui solo como una espectadora más de su propia vida.

Así que, sí, esos breves momentos que su padre le concedía valían más que el oro para la pequeña Watanabe.

La mayoría de las veces eran cosas simples; la llevaba a su heladería favorita, al parque de diversiones o a cenar en algún restaurante bonito. A veces, incluso, su madre los acompañaba, y esos eran los mejores días. Ambos adultos se esforzaban por no arruinar el momento, y durante esas horas, Yui podía pretender, aunque fuera por un instante, que eran una familia feliz, y que las grietas que los separaban no existían.

Pero ese año, la historia sería distinta.

Sakura, su madre, había tenido una fuerte discusión con su esposo y decidió escaparse durante el fin de semana con una amiga, dejando el mensaje de que volvería la noche siguiente. Yui no protestó; sabía que su madre pensaba que su padre la distraería como siempre lo hacía en su cumpleaños.

Pero, como tantas veces antes, sus padres no estaban en sintonía.

Ryu, ignorante del viaje de Sakura, se vio atrapado por un problema urgente en el trabajo. Con un sentimiento de culpa que apenas rozaba la superficie, decidió romper el pacto con su hija, asumiendo que su esposa se haría cargo de ella.

"Después le compraré lo que quiera", se prometió.

Así que el tiempo pasó, y Yui esperó pacientemente en el jardín trasero, junto al gran árbol que dominaba el espacio. Se recostó contra el tronco áspero, su vestido extendido sobre el césped, y alzó la vista hacia el cielo, que aún conservaba un tono azul claro, casi transparente. El sol, que había estado alto durante la tarde, comenzó a descender con pereza, bañando las hojas de un dorado cálido que se filtraba entre las ramas. Las sombras de los objetos en el jardín se alargaban, estirándose como si quisieran escapar de la luz menguante.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐃𝐀𝐃『𝚂𝚊𝚒𝚔𝚒 𝙺𝚞𝚜𝚞𝚘 𝙽𝚘 𝙿𝚜𝚒 𝙽𝚊𝚗 Ψ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora